jueves, 26 de agosto de 2010

Renazco.

Y sobreviví, sorprendentemente.

Tomé aire, que inundó mis pulmones. Respiré hondo y miré hacia adelante.

Pues sí. Nunca tuvo que elegir. Siempre fuiste tú. Muy bien, ¿qué quieres que te diga? Me doy por vencida, pero me consuelo pensando que será feliz contigo. Así es como debe ser. Supongo que tú estarás contenta. Es normal. Ahora caminad adelante, juntos, de la mano. Olvidadme.

Aquí estoy ya, alejada de todo. Guiándome una vez más por aquello que debo hacer. Forzándome a aceptar, a asumir, que esto ya (según parece) no tiene solución. Intentando dejar de pensar ya en esto, porque es un despropósito, una pérdida de tiempo. Todo tiene un final y, aunque me duela aceptar que algo tan genial haya durado tan poco, lo asumo con la cabeza alta y una sonrisa. Aunque sea una sonrisa triste. Es una sonrisa, al fin y al cabo.

Él no es un trofeo. Ni tú ni yo tampoco. Así que tranquila, siempre fue mi mejor amigo y nada más. Al menos, nada más que tú puedas llegar a entender por completo, porque cada persona es un mundo y tú nunca entenderás mi forma de sentir. En realidad él fue lo que fue con mayor intensidad el año pasado. Y tranquila también por el aspecto de que llevásemos más tiempo estando así, sólo fue un año aproximadamente, a pesar de que nos conocíamos desde hacía cinco. Sólo y exclusivamente un año. Nada más.

Camina y olvídame. No pienses en mí. Déjame. Que yo ya tengo mi vida y soy feliz así.

No tienes, desde luego, nada que reprocharme, creo. Siempre estuviste presente. Pero el ser humano es libre de pensamiento. Así, pues, piensa lo que desees o lo que te haga sentir mejor. Yo paso.

El pasado, pasado está. Yo abandono mi pasado. Comienzo de nuevo. Renazco de mis cenizas. Lo que yo sienta, para mí se queda. Tú tranquila, que nunca te lo haré saber. Ni a él tampoco. Porque siento que ya no puedo ser sincera. Ya todo eso se ha perdido.

Miro el mar y sonrío, aunque los recuerdos me ataquen y sienta ganas de llorar. Es mucho lo que he perdido. Pero para mí se queda. Porque al fin y al cabo, creo que tú no sabes NADA, por más que sepas. Nadie, excepto él y yo, sabe nada por más que lo intente. Para nosotros quedará ese bonito recuerdo, que se pierde en el mar que ahora observo.

Sólo, alejáos, sed felices y dejadme a mí, con mis cosas, con mi mundo, con mis sueños, mis ilusiones. Id, sin mirar atrás. Borradme. Sed felices.

Ya dejaré de molestar, de romper las cosas.

De todas formas, espero que no te quejes, porque la "otra" siempre fuí yo. ¿Por qué? Porque eras tú quien disfrutaba más tiempo de él, mientras que yo me podía pasar perfectamente entre 5 y 9 meses sin verlo. Le tuviste siempre más tiempo que yo y, de hecho, ahora le tienes a tu lado. Mírale. No está conmigo. Está contigo. Tú le podías besar cuando te apeteciera y pasear con él de la mano sin más, sin que nadie te mirara y cuchicheara. Yo no.

Así que no, efectivamente, nunca tuvo que elegir. Perdona pues mi error.

Esto que he hecho demuestra que (aunque quizás no lo creas) te respeto. Y, aunque puede que tampoco lo creas, te deseo la mayor felicidad a su lado. Para siempre. A los dos. Siento enormemente el daño causado. Nunca fue mi intención. Pero, párate a pensar un momento que yo he perdido mil veces más de lo que haya podido perder cualquiera de vosotros.

Suerte.

PD: Escribo en este blog lo que me da la gana, y siempre lo haré. Es la única verdadera forma que tengo de expresar lo que pienso, creo, siento. Si alguna vez no te gusta, ya sabes, no leas.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Sueño, sueño, sueño.

Tengo muchos sueños. Miles de ellos. A montontes. Me rebosan. Todo el mundo los tiene, ¿no?

Me apetece hoy hablar de mis sueños.

Sueño con ver un atardecer en la playa, abrazada a alguien que me quiera intensamente. Que estemos en silencio porque sobren las palabras. Que le mire y me mire y me de un vuelco el corazón.

Sueño con tener mucho dinero, pero no para mí. Considero que el dinero es (perdón por la expresión) una mierda enorme. No sé porqué se inventó, pero no me gusta. Sin embargo, y como decía, me gustaría tener mucho dinero. ¿Para qué si no es para mí? Pues para dar la felicidad o por lo menos las condiciones mínimas de vida a todas aquellas personas que, por desgracia y sin poder elegir, han nacido en lugares donde no se conoce el sentido de algunos conceptos como "higiene personal" o "agua potable". Efectivamente, sería capaz de destinar TODO mi dinero a esas personas y encargarme yo misma de que se empleara en lo que yo he decidido. Que no se malgastara.

Sueño con trabajar codo con codo con personas discapacitadas. Poder ayudarles, animarles, hacerles felices, aportarles algo. Verles sonreír, aunque no entiendan muy bien por qué.

Sueño con trabajar también en una residencia de ancianos, cuidándoles, brindándoles todo el cariño que me sea posible, sintiéndome realmente realizada al verles sonreír inocentemente.

Sueño con poder donar sangre y (al morir) mis órganos para ayudar a otras personas o a la investigación destinada a remediar todo tipo de enfermedades: cáncer, alzheimer... Lo que sea. Pero que sea para algo.

Sueño con tener una familia, con saber educar a mis hijos y darles a entender mi forma de ver la vida. Ser capaz de enseñarles lo que de verdad importa y que sean capaces de ver más allá de sus narices. Transmitirles amor, comprensión, simplemente vida.

Sueño con terminar una carrera (en mi caso, dos) y poder trabajar en algo que realmente me entusiasme, de manera que no me cueste realizar mi trabajo, que me compense, que me haga feliz. Disfrutarlo, amarlo, estar orgullosa de lo que quiera que sea que acabe haciendo.

Sueño con poder ver realmente quién estará ahí para siempre y quién no. Distinguir a los verdaderos amigos de entre tantos que dicen serlo. Pues los amigos de verdad son ángeles que, aún en la distancia, siempre están ahí cuando los necesitas y te tienden una mano desinteresada que te ayuda a salir del pozo en el que te halles y lanzarte de nuevo a lo más alto, juntos. Amigos con los que compartir, con los que disfrutar de mis mejores momentos y a los que relatarles mis problemas. Amigos que me apoyeen y me critiquen sin dudarlo un sólo instante. Amigos de verdad. Para siempre. De esos que te marcan para toda la vida y que te hacen sentir una gran necesidad cuando no los tienes cerca para guiarte.

Sueño con viajar mucho, recorrer mundo, aprender siempre más y más. Ver miles de culturas, compartir con ellas sus costumbres, entenderlas y disfrutarlas. Viajar lejos, muy lejos. A zonas mucho más frías, como extensos desiertos de hielo. A zonas mucho más cálidas, como enormes desiertos de arena dorada y amplias dunas. A lugares históricos que me apasionan, como Egipto o Grecia. Viajar. Descubrir.

Sueño con escribir algún día una novela y que esta sea publicada. Con poder trasnmitir a través de mis letras emociones, sensaciones, sentimientos, impresiones a todo aquel que las lea. Ser capaz de expresar lo que anida en mi interior de manera más objetiva, mezclar realidad autobiográfica y ficción. Hacer soñar a cualquiera que lea mis historias. Escribir muchas, muchas páginas. Conseguir que el lector sea capaz de situarse en la situación de cada personaje, que se sienta como ellos con sólo leer mis líneas. Empatía.

Sueño con escribir muchísimas canciones, con concederles las melodías adecuadas. Con transmitir con mi música lo mismo o más que con mis escritos. Que la gente me escuche, oiga mi voz y sienta cómo se le acelera el corazón. Que disfruten, que gocen, que se sientan felices y otras veces tristes. Que compartan conmigo esa magia que nos une a las personas cuya música escuchamos y nos remueve algo en nuestro interior. Compartir con miles de desconocidos en un concierto un momento único y mágico.

Sueño, sueño, sueño. Siempre. Despierta, dormida. Da igual. Siempre sueño. No pierdo nada por hacerlo, siempre y cuando sepa distinguir mis sueños de la realidad. Imaginar, soñar, es crear tu propio mundo al que poder escapar de vez en cuando siempre que te atosigue la realidad que ves a tu alrededor. Encerrarme en mi mundo es para mí algo necesario muchas veces. Así, puedo descansar de todo, relajarme, dejarme llevar por mis propios sueños y anhelos, conocerme más.

Es algo que considero que todo el mundo debería hacer para sentirse mejor. Creedme, es magnífico.

viernes, 20 de agosto de 2010

- Vuelve... por favor.


Estamos ensayando, como cada jueves de este caluroso verano. Ya casi hemos terminado por hoy, pero aún nos resistimos a irnos. Ponemos, pues, un par de canciones y las cantamos. Estoy cantando mi canción solista. Una canción triste, de soledad, de angustia. Una canción que refleja lo que se siente cuando se pierde a alguien y te atacan los recuerdos. Una canción tan triste como lo que nos ha pasado.

Y entonces apareces tú y siento cómo el corazón me da un vuelco. Viene la parte más difícil de mi canción. Maldigo en silencio. Te miro por el rabillo del ojo y hago esa difícil parte (y también el resto de la canción) perfecta, después de 2 semanas sin lograrlo. Terminé. No sé qué hacer. ¿Me siento a tu lado o lejos de ti? ¿Te saludo como hacíamos siempre o me callo y me escondo entre otra gente? Soy una cobarde, por eso opto por la opción de esconderme.

Otra canción. Hay que bailar y cantar de nuevo. Me levanto de mi asiento y comienzo a trabajar. Cuando termino entiendo que ya es hora de irse, pero me paro un poco a hablar con una compañera. No me di cuenta de que tú ya habías salido. Estoy muy nerviosa, triste, perdida. Pero sobre todo nerviosa.

Salgo fuera. Maldición. Ahí estás tú. Digo adiós rápidamente pero en lugar de una despedida leo un "Espera" en tus labios. No estoy segura. Había soñado tantas veces ese momento que me hago la loca hasta que nuevamente me lo repites. Me detengo y giro sobre mis talones. Imagino la cara de estúpida que debo de estar poniendo. Sería una mezcla entre incrédula, feliz, triste, preocupada... Demasiadas cosas. En estos momentos soy deforme, seguro. Aún así me acerco. Nos quedamos solos. Y deseo con todas mis ganas ser invisible. No soy capaz de mirarte, pero llevo demasiado tiempo sin hacerlo. Dios. Me está matando el sentimiento de añoranza, siento que el corazón se me acelera. Lo obligo a calmarse, respirando hondo. Me pides explicaciones, pero yo no sé exactamente qué decir.

Hubo un malentendido. Creí que habías tenido que elegir entre ella y yo, y que la habías elegido a ella. Estaba mal en aquel momento, aparte de tremendamente celosa, pero no sé cómo contarte lo que sentía entonces. Es muy difícil para mí expresar lo que siento. Sin embargo, lo intento. No lo hago bien. No sé qué decir. Sólo consigo decir "Lo siento". Mi conciencia se ríe sarcásticamente: ¿para qué decir ahora eso? Soy imbécil. Pero es lo único que quiero decirte. Es lo que quiero decirte desde hace más de una semana. Que lo siento, que te quiero, que te juro que no puedo estar sin ti, que ya no soy la misma de antes desde que te perdí, que contigo algo ha muerto en mi interior, que ya no hay magia en mi mundo. Quiero suplicarte que me perdones, que olvides todo lo ocurrido y que me des una oportunidad. Pero no lo hago. Porque una parte en mi interior (esa odiosa parte sensata) me grita que no tengo ningún derecho a hacer eso, que no puedo dejarte así, de un día para otro, y luego volver y pretender que no haya pasado nada. Que todo eso no es justo y que sólo te haré más daño si lo hago. Ese último argumento es el que me termina de convencer. Me callo una vez más. No sé qué decir. Tú tampoco. Mi mente trabaja a toda velocidad. Quiero acercarme más a ti, poder abrazarte. Me dan ganas de llorar pero me trago esas lágrimas porque no sé cómo puedo ser tan ruín y miserable. No merezco ni llorar. Esto me lo he buscado yo. Me descubro odiándome intensamente, comprendo que ya no me quieras. Pero, ¿y si tú también deseas volver a lo de antes? ¿Y si tú estás dispuesto a darme una segunda oportunidad?

- ¿Crees que podríamos volver a estar como antes? -me animo por fin a preguntarte, y es lo más coherente que he dicho hasta ahora.

- No -respondes de manera rotunda-. Yo ya nunca podré estar como antes.

Y es en ese momento cuando mi corazón estalla en mil pedazos provocándome ese característico dolor en el pecho. A toda velocidad hago que se calle, me trago las lágrimas y te miro de nuevo, con una fingida expresión despreocupada. Te digo que no pasa nada, que era sólo por curiosidad. Río nerviosamente. ¿Qué hago? Contigo nunca he fingido nada, nunca he actuado, nunca he mentido ni he escondido mi estado de ánimo. ¿Qué me está pasando? Comprendo que no quiero que nadie me vea mal, por lo que puedan pensar. Me maldigo a mí misma por ser tan absolutamente idiota. Soy lo peor de este mundo.

De nuevo el silencio. No lo soporto. Ansío tirarme hacia ti y, aunque me odies por ello, besarte. No lo hago porque nuevamente gana la razón al corazón. Siempre me pasa igual. Es horrible. Seguimos callados, pero entonces una llama de esperanza ilumina mi corazón. Te propongo dos opciones: seguir así, como dos desconocidos, o volver a ser amigos, aunque no sea como antes. Te pido que te lo pienses y me lo digas. En realidad no quiero que tengas prisa porque quiero que lo pienses bien, pero quiero saberlo cuanto antes. No sé qué más decir. Tu móvil ha sonado ya varias veces y por eso pienso que te estoy robando tu valioso tiempo y que hay más gente que te espera y que merece tu compañía más que este desastroso ser que soy yo.

Y yo... yo ansío huir a cualquier parte donde no me alcance este dolor tan lacerante. Deseo con todas mis fuerzas echar a correr y perderme.

Como una imbécil que soy, te comento que espero que vieses las estrellas fugaces porque fueron magníficas. Cuando me miras y me dices que no has mirado las estrellas fugaces este año, me siento destrozada. ¡¿Qué?! No esperaba esa respuesta. Y menos aún esperaba aquella tristeza, aquella decepción, aquel reflejo de dolor en tu mirada. Mi alma se rompió en dos. Pensaba que me moría allí mismo. Respiré hondo y sonreí como una estúpida. Sigo fingiendo que todo va bien, intento creérmelo. Seré estúpida... Por supuesto que nada va bien. Nada va bien aquí sin ti. Jamás pude imaginar que sentiría esto. Todo esto. Por ti. Es más de lo que se pueda imaginar.

Nos despedimos. En realidad, tengo mil cosas más que decirte, como que prefiero que seamos amigos a que no seamos nada, o que de verdad estoy dispuesta a afrontar las consecuencias que conlleve nuestra relación, o suplicarte una despedida. Una despedida. La necesito tanto. Quiero gritártelo a la cara, que sí, que te quiero. Que me da igual todo lo demás. Y que te necesito muchísimo más de lo que puedes llegar siquiera a imaginar. Pero ya decía antes que soy un ser miserable y cobarde, y me callo. Me alejo de tí, no sé si rápida o lentamente. No soy consciente de nada. Mis amigas me esperan, así que me siento con ellas. Pero inmediatamente siento las lágrimas bañando mis mejillas y les digo que me voy al baño. Salgo corriendo antes de que puedan preguntar nada. Ellas no me entienden del todo. Nadie lo hace o lo hacía, excepto tú. Y tú ya no estás. Encerrada en el baño lloro desconsoladamente. Te he perdido. Es el fin. Es horrible. Quiero morirme. No veo sentido a nada. Sólo a ese puño helado que me aprieta y me pone entre la vida y la muerte. Y mientras yo suplico "Muerte, muerte", mi cuerpo se empeña en gritar "Vida, vida". Así, poco a poco me voy reponiendo. No. No lo consigo. Llevo una semana soñando con este momento, con verte, hablarte. Y lo he desperdiciado de una manera asombrosa. Definitivamente, no te merezco. Soy horrible. Las estrellas. Recuerdo de repente que cuando estuve mirándolas durante aquellos días, mientras lloraba, pensando en ti y en qué estarías haciendo. Recuerdo que a todas les pedí sólo un deseo. A todas el mismo. Una y otra vez. Era incansable. Lo pedía con toda la fuerza de mi corazón, con toda mi esperanza depositada en aquel milagro. Sólo quería una cosa. Verte antes de irme a Puerto Real. Otra vez afloran las lágrimas a mis ojos. Me las seco rápidamente. No sé qué deseo habrás pedido tú a la única estrella que viste. Pero espero que se cumpla y que sepas aprovecharlo. Porque yo me ha pasado todo el verano pidiendo lo mismo y soñando una y otra vez con ello y a la hora de la verdad, cuando por fin se ha cumplido, lo he dejado escapar como agua entre mis manos.

Vuelvo a donde están mis amigas. Lógicamente me preguntan. Simplemente digo que estoy bien y intento fingir una vez más que todo va bien y que estoy feliz y normal. Pero no es así. Estoy destrozada por dentro. Estoy esperando una respuesta. Te necesito. Te echo intensamente de menos. Quiero estar contigo. Esa despedida... Por favor.

Por favor, vuelve. Te necesito en mi vida. Vuelve y dame una segunda oportunidad. Vuelve... Porque no quiero vivir sin ti. Porque he comprobado que es imposible. Te lo suplico, con mi egoísmo, con mi idiotez, con mi alma hecha añicos, con todo mi ser... Vuelve... por favor. Que sonreír no es lo mismo si no es contigo. Que las cosas bellas no son bellas si tú no estás conmigo. Vuelve... por favor.





PD: No sé expresar lo que siento hablando. Sólo escribiéndolo o con algún gesto. Lo siento, te lo repito. No quiero dejarte escapar. Déjame reconstruir lo que yo misma he destruido. Sin ti no quiero ni puedo. Por favor.

miércoles, 18 de agosto de 2010

La lluvia.


Me muero por hacer que el tiempo corra más deprisa y volverte a ver...


¡Ay! (Suspiro) Qué olor tan maravilloso el de la lluvia... ¡Cómo la echaba de menos! Desde ayer no me separo apenas de mi ventana para no dejar de disfrutar de ese frescor, de esa vitalidad, de esa melancolía y esa nostalgia que me provoca la lluvia. Da igual que sea lluvia de verano. Da igual que no haya tantos motivos para sentirse así de nostálgica o melancólica. Da igual. Disfruto de ella con cada respiración profunda que introduce ese dulce y a la vez amargo sabor de las gotitas de agua que caen del cielo de vez en cuando. Vuelvo a suspirar.

Y de repente recuerdo las tardes de lluvia junto al balcón de mi otra habitación, hace ya casi 10 años. Cómo pasa el tiempo. Recuerdo como leía algún libro de Harry Potter con Álex Ubago de fondo, acariciando con su voz mis oídos y mi alma. La fusión entre Álex y Harry era, por aquel entonces, mi prototipo de chico ideal. Tan dulce, tan valiente, tan romántico, tan aventurero. Era alguien perfecto, pero nunca llegó a tomar forma. Lástima, porque hubiese merecido la pena conocer a esa persona aunque sólo fuera en los desatados mundos que crea mi desbordada imaginación. De vez en cuando echaba un vistazo a través de la ventana, bajaba el volumen de la música y, poniendo un dedo entre las páginas del libro que estaba leyendo, cerraba los ojos y dejaba que el sonido de la lluvia se mezclase con la magia de las melodías de Álex y el magnífico mundo de Harry. Era genial. Era perfecto. Esos momentos están guardados en mi memoria como un tesoro magnífico, inigualable e irrepetible. Creo que ahí fue cuando comenzó mi pasión hacia los días de lluvia: cuando comencé a descubrir cómo disfrutar de ella en todo su esplendor. A menudo imaginaba historias que escribir, que ocurrían o comenzaban en un día de lluvia, frío, gris y algo triste. Pero nunca llegué a plasmarlas sobre un papel. No sé explicar por qué.

Otros días, me dejaba caer sobre la cama y ponía entonces música de Alejandro Sanz. De nuevo la misma sensación. Un aura de romanticismo, de magia, de nostalgia... Otra vez esa sensación de melancolía inexplicable. En aquellos momentos (no muy lejanos de los anteriormente relatados) los dedicaba a recordar, a almacenar recuerdos y ordenarlos de manera que jamás los olvidara. Así nunca olvidaré aquel día en el que conocí al que sería mi amor platónico para siempre. Recuerdo perfectamente cómo escuchaba en aquellos días la música de Alejandro inundando mis sentidos, evocando cada rasgo de su rostro, rememorando su voz, su forma de andar, su acento, su sonrisa. Me dejaba llevar por la imaginación y soñaba con hablarle algún día, con que él simplemente me mirara o con la posibilidad de que iniciáramos juntos la más bonita historia de amor jamás contada. Me preguntaba qué pensaría él sobre el amor, si sería romántico o más bien escéptico, si le gustaría la misma música que a mí, si nos parecíamos o éramos completamente distintos... Podía pasar horas dándole vueltas a la cabeza sin dejar de pensar en él, mirando por el cristal sobre el que se deslizaban las gotas de lluvia y escuchando a mi amado Alejandro.

La lluvia. ¡Ay, la lluvia! Qué hermoso fenómeno. Es a la vez relajante o frustrante. Es amiga y enemiga. Es destructora y romántica. Es para mí, pura inspiración. Es algo etéreo, fugaz o persistente. Mágica. Es puro sueño. Es el inicio y el final de miles de historias de todo tipo. Es soledad y a la vez fiel amiga y compañera de esos momentos tristes.

¿Qué son nuestras lágrimas sino gotas de lluvia que se deslizan desde las nubes que enturbian nuestra mente y nuestra alma? Porque los ojos dicen que son el espejo del alma. Por eso, cuando nuestra alma está mal, la máxima demostración del dolor es a través de los ojos, llorando. Nuestros ojos son dos pozos llenos de toda nuestra esencia. Mirar a alguien a los ojos es un grado de confianza que no siempre se respeta como se debería. Personalmente, no soporto mirar a los ojos a nadie durante más de 10 segundos o incluso menos. ¿Por qué?, os preguntaréis. Porque es algo así como ceder la entrada a mi alma, a mi esencia, a mi ser. Y es algo que no quiero permitir a nadie. No por nada, sino porque es algo muy personal, muy mío. Y quiero que siga así. Prefiero tener mis secretos y mis sentimientos cerrados bajo llave tras mi mirada.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Cómo perder a un chico en 10 días.

El peor error es engañarse a uno mismo.

Esto me ha enseñado esta película.

¿Qué le voy a hacer? Estoy un poco decaída últimamente pero ¿cómo no estarlo? Necesitaba ver amor. Sentirlo. Vivirlo. Porque me siento algo vacía. Necesitaba creerme una película de amor y ¿por qué no esta? Ha sido genial. Yo sola, con mi portátil y mis sentimientos. Me ha hecho pensar mucho sobre todo.

Cuando se quiere a alguien, da igual que te ponga en ridículo, da igual que no sea como cuando le conociste, da igual que no entienda algunas cosas tuyas ni tú entiendas las suyas, no es importante el hecho de que seáis completamente diferentes, no importa que luches por dejar de quererlo. Porque siegue ahñi. Cuando te enamoras, pierdes la razón. Haces cosas que no harías si no estuvieras realmente loco/a por otra persona. Es increíble hasta dónde puede llegar el amor. Es cierto que también hace daño, sí. Hay amores que dan más dolores que alegrías. Pero el amor verdadero no. Como se dice en Moulin Rouge: "El amor que supera toooodos los obstáculos". Soy idealista y siempre he deseado un amor así. ¿Qué le voy a hacer? Una es como es. Romántica, bohemia y soñadora. Demasiado soñadora a veces, pero afortunada o desgraciadamente tengo quien me ponga los pies en el suelo.

Enamorarse. Es odioso enamorarse de alguien que nunca tendrás, pero hace la historia más interesante puesto que, al ser algo que nunca alcanzarás, siempre lo desearás con la fuerza del primer día. Sin embargo, si vemos que debemos acabar una relación con de alguien que nos ama, es casi imposible. ¿Por qué? Pues porque en eso consiste el amor, en aguantar todo, en apoyar a la otra persona, en compartir, confiar, perdonar, ayudar... Son tantas cosas en un sólo sentimiento... Entonces, si ves que alguien te rechaza o que una historia se acaba, insistes. Porque tienes fé en que hay una segunda, una tercera e incluso una cuarta oportunidad. Da igual cuántas veces te hagan daño cuando estás enamorado/a porque las heridas sanan tan rápido que muy pronto las olvidas. Quedan las cicatrices, sí, pero no te importan. Hasta que pasa el tiempo, abres los ojos y entonces ves claramente las cicatrices de las profundas heridas en tu piel y esto te alienta a no volver a caer. Decides entonces que no volverás a amar y te sumerges en un mundo de celos cada vez que le ves con otro/a. Eso te hace hundirte aún más. Pero tu alma y tu corazón luchan por aferrarse a alguna tabla que esté en medio de tu propio mar en tempestad. Y aparece. Siempre aparece. Pero puede ser que, como en mi caso, no sea el momento ni las condiciones para esa persona. ¿Por qué? Porque ya tiene a alguien. Aún así, puede ser también que te lleve amando prácticamente desde que le conociste y nunca ha sido capaz de olvidarte. Entonces cuando te ve tan mal, te dedica todo el tiempo que pueda y da todo su cariño y su amor. Y entonces, tu corazón no tiene fuerzas para resistirse y piensas "Es un amigo, no pasará nunca nada" pero no puedes decidir a quién amar. Por eso entiendo tan bien la película. Porque esto me pasó a mí.

Me enamoré de mi mejor amigo, de la persona que más me ayudó cuando más lo necesité, de la única persona que me entiende perfectamente con tan sólo una mirada, de la única persona que mira las estrellas conmigo y en vez de observarlas a ellas me observa a mí, como si yo fuera la más brillante de ellas cuando en realidad no soy nada. Pero es algo imposible, y no salió bien. Cinco años luchando por mantener los cimientos de esto en pie y se nos han derrumbado por el miedo a equivocarnos. Una vez más. Odio mis decisiones a veces, porque gana la razón al corazón y mi corazón muere lentamente.

La película me ha ayudado a entender que uno no elige cómo, ni cuando, ni quién será su gran amor. Y que no puedes negarte a amar. No es una elección, sino una intuición, una jugada del destino. Y eso que yo no creo en el destino. Pero ya estoy empezando a comprobar que mi vida sentimental no puede ser otra cosa que una novela interminable basada en las malas pasadas que me juega el maldito destino.

Yo he perdido a un chico en un sólo mes después de cinco años.Y lo peor de todo: queriendo y sin querer. ¿No es tristemente comprensible mi dolor?

martes, 10 de agosto de 2010

Siempre nos quedará Zenet... y las estrellas fugaces.


Lloraría si encontrara las lágrimas en mi interior. Pero no aparecen. No son suficiente para expresar tanto dolor. Me he arrancado voluntariamente un trozo de corazón y te lo he dado para que lo guardes para siempre en tu memoria. Sé que te he hecho daño, pero sólo quiero hacerte feliz. Ódiame, por favor. Hazlo para que al ver yo el odio en tu mirada, deje de amarte. Porque sé de sobra que esta decisión me va a doler de manera sobrehumana. Y a ti también.

El dolor no sólo es psicológico, sino que es ya también algo físico. Me duele el pecho, jadeo levemente. No dejo de recordar. No dejo de pensar. ¿Cómo he podido hacer esto, hacerte esto, hacerme esto, HACERNOS ESTO?. Siento mi corazón sangrando intensamente. Duele.

http://www.youtube.com/watch?v=7CdZlQsBUII

"Déjame esta noche soñar contigo..." Dos lágrimas. Pienso en largas horas mirando las estrellas. Recuerdo cada abrazo, cada beso, cada caricia... Revivo cada suspiro, cada palabra, cada sonrisa y cada lágrima.

Pero se ha acabado. Dos lágrimas más. Ya no hay más. No volveremos a caminar juntos por Córdoba como una pareja de enamorados. Ya no nos miraremos con complicidad ni nos sonreiremos. Algo en mi alma se rebela ante la idea de perderte, de dejarte volar así, sin más. Pero entonces llega la conciencia, la razón, y con firmeza recuerda e impone sus duros argumentos. Estos arrastran a la voluntad a hacer un esfuerzo incalculable y atar estos sentimientos en lo más recóndito de mi ser. Vuelve a doler.

Siento como si estuviera escribiendo mi carta de suicidio (en el ámbito emocional, obviamente) y firmándola con la sangre de mi corazón y el hielo del puño helado que lo aprieta sin piedad. Me hace incluso sentir náuseas. Ansío dar vuelta atrás, decirte que todo ha sido un terrible error. Quiero gritar, llorar, pegarme a mí misma por haber permitido que me pasare esto. Pero no puedo hacer nada de eso. ¡Maldita razón!

¿Por qué pides perdón, oh, amor mío? ¿Qué motivos tendrías tú para disculparte? Me has querido y por eso has sido siempre capaz de dejarme escapar y ser libre, a la vez que escogías tú otro camino. Te entrometiste en mi vida cientos de veces y, desde que lo hiciste la primera vez, permaneciste ahí, intocable, imborrable, inmortal. Para siempre. Te entrometiste cuando más te necesité y me hiciste la más feliz del mundo, cambiando lágrimas por sonrisas y tinieblas por deslumbrantes estrellas.

¿Sabías que en estos próximos días habrá estrellas fugaces? Deseaba verlas contigo, todas. Pero no podrá ser. Y, a pesar de que no las vea contigo, pensaré en ti. Sólo en ti.

Me siento como si estuviese sentada en el suelo, con los trocitos de tu corazón desparramados frente a mí. Intento repararlo, unirlos de nuevo, pero no soy capaz y sólo consigo llorar. Tomo un par de ellos e intento hacerlos encajar, pero no puedo. Entonces, doy un beso en la grieta que los separa y susurro entre lágrimas "Gracias por todo" y es entonces cuando aparece un trocito de mi corazón, moribundo ya. Se acerca a los tuyos y, en su último aliento, sólo dice "Te amo". Lo dice tan bajito que parece que estuviese contando un secreto muy importante, lo dice con tanta emoción que tu corazón se comienza a recomponer sólo y ahora intenta salvar al mío... Salvarlo de una muerte de la que ya no volverá.

Decir "Te amo" sé que no significa ya nada para un corazón destrozado. Lo sé. Pero quiero decirlo, y quiero gritarlo, porque todo esto lo hago porque te amo demasiado, porque te mereces ser feliz, porque quiero verte sonreír, porque sí, porque te quiero con locura.

¿Y me dices que no es un "Adiós"? ¿Qué es, pues? Yo sé que tampoco es un "Hasta pronto". ¿Qué voy a hacer sin ti, sin verte, sin hablarnos, sin querernos, sin compartir momentos especiales, mágicos e íntimos? ¿Qué hago yo ahora para olvidarte?

Te lo suplico: ódiame. Ódiame. Ódiame. Pónmelo más fácil, por favor.

sábado, 7 de agosto de 2010

Fin.

Los finales siempre duelen. Pero él se merecía (como mínimo) esto.

Hoy no es un buen día. Perdonad mi melancolía inexplicable. Los recuerdos me abordan y el hecho de no ser capaz de expresar de ninguna manera lo que siento resulta realmente frustrante.

Al final adjunto mi lista de reproducción, para que comprobéis mi estado de ánimo.

"Y cuesta aceptarlo, siempre cuesta. Pero hay que hacerlo. Todos sabemos que nada es para siempre, ni siquiera el amor, el odio, la amistad... Nada. Cuando tantas veces nos dijimos que esto sería para siempre, ambos sabíamos perfectamente que estábamos mintiendo. Pero era una hermosa mentira, algo bello en lo que creer.

Y aquí estoy, extremadamente celosa, pensando que estás con ella, que llevas con ella desde hace ya bastante tiempo, que ya pasas de mí. Es justo. Creo que yo misma me lo he buscado por no saber aprovecharte cuando te tuve, cuando sí fuiste totalmente mío. Suspiro en mi asfixiante soledad.

Sé que se ha terminado. Y sé que tú también lo sabes. Demasiadas barreras invisibles que nosotros mismo creamos nos impiden amarnos o estar juntos simplemente. Ninguno de los dos queremos sentirnos culpables por hacer lo que nos piden el cuerpo y el alma. Nos necesitamos inevitablemente, pero ahora habrá que acostumbrarse a no existir el uno para el otro. ¿Y qué se ha terminado exactamente? Pues no lo sé, y sé que tú tampoco. ¿Qué hemos sido? ¿Amigos? ¿Amantes? Egoístas. Eso hemos sido, sí señor. Pero no me arrepiento. Los momentos contigo han sido el mejor acto egoísta de mi vida. Me equivocaría otra vez, como dice Fito. Pero no habrá otra vez para nosotros. Ya no. Solíamos decir que no era nuestro momento. Pero es que ¿cuándo lo fue? Nunca. Lo nuestro era imposible y lo sabíamos, lo afrontamos como pudimos mientras duró, intentando no pensar, convenciéndonos a nosotros mismos de que algo así no podía ser tan malo. Pero ya ves, son cosas que pasan y aquí estamos. Tú sin mí y yo sin ti.

No me hables de ser amigos, sabes que es imposible. Durante mucho tiempo lo hemos intentado y no ha dado resultado. Sabes que es algo que es superior a nosotros. Por eso ahora, cuando nos veamos de nuevo, seguramente habrá más gente por medio. No seremos capaces de mirarnos a los ojos sin que nos sacuda un sentimiento de reproche que nos pregunta <<¿Por qué?>>. Apenas nos rozaremos, sólo y estrictamente lo necesario. Todo cambiará. No nos deberemos permitir ni un sólo segundo a solas.

Y, después de todo, se supone que no debería ser tan difícil. Tú sabes lo que sientes y yo también sé lo que siento. Pero ni yo soy capaz de soportar el hecho de compartirte con otra persona ni tu puedes soportar el hecho de compartirme con otro. Pero los amamos, a nuestra manera, inevitablemente les amamos. Se lo merecen. Se lo merecen casi todo lo mejor por nuestra parte y debemos dárselo. Por eso nos duele tanto estar juntos. Por eso las ataduras de la razón y la conciencia han dejado huellas imborrables en las muñecas y los tobillos de nuestras almas y nuestros corazones.

Aún así, amigo mío, entiendo que quizás esto ha llegado demasiado lejos. Entiendo que quieras rehacer tu camino. Tú sin mí. Te entiendo. Pero ¿entiendes que me duela? Es horrible ser capaz de amar a dos personas, puesto que el hecho de escoger se hace extremadamente doloroso. Así pues, dejemos que el destino siga su curso y asumamos en silencio que sigue sin ser nuestro momento y que nunca lo será. Aún así, gracias, amigo y compañero, por tantos momentos mágicos a tu lado. Debes saber que siempre te quise y que, aunque mi corazón sangre hoy por mi dolor, sonreirá mañana por tu felicidad."


-FIN-


LISTA DE REPRODUCCIÓN:
1. No regrets - Robbie Williams
2. She's the one - Robbie Williams
3. Like you'll never see me again - Alicia Keys
4. Lo ves (piano y voz) - Alejandro Sanz
5. Luz sin gravedad - Belinda
6. Goodbye, my lover - James Blunt
7. Shape of my heart - Backstreet Boys
8. You make it real - James Morrison
9. I'm with you - Avril Lavigne
10. A new day has come - Celine Dion
11. Yellow - Coldplay
12. Too little, too late - JoJo
13. Gotta find you - Joe Jonas
14. Inconsolable - Backstreet Boys
15. Devuélveme la vida - Antonio Orozco y Malú
16. Apologize - Timbaland feat One Republic
17. All Good Things (come to an end) - Nelly Furtado
18. Ojalá pudiera borrarte - Maná
19. Elephant Love Medley - B.S.O. de Moulin Rouge
20. Far away - Nickelback
21. You give me something - James Morrison
22. Walking away - Craig David con Álex Ubago
23. Pétalos marchitos - David Demaría con Antonio Orozco
24. Wonderwall - Oasis
25. Bed of Roses - Bon Jovi
26. La frase tonta de la semana - La 5ª Estación con Álex Ubago
27. Footprints in the sand - Leona Lewis
28. Don't wanna miss a thing - Aerosmith

Novedades.

Bien, como ya me voy familiarizando con el entorno de blogger, he decidido hacer algunos cambios en el blog. Como veis he cambiado el fondo, la gama de colores, he añadido algunas imágenes, he aportado alguna información adicional sobre mí misma (como mis libros y música favoritos) y estoy ideando cómo añadir algo de música.

Además de hacer todo esto, he creado un nuevo blog. En él iré relatando por capítulos una historia que, si sale bien, espero poder presentar a algún concurso de Literatura. ¿Quién sabe? Hay muchos caminos que tomar.

Actualmente, estoy (para variar) algo liada y agobiada. Septiembre se acerca y, con él, los exámenes. Estoy preparando ahora mismo Estadística, que es la representación misma del infierno en forma de números y problemas, pero espero conseguirlo. =)

A pesa de ello, intentaré ir actualizando ambos blogs. Probablemente este sea actualizado más a menudo que el nuevo blog. ¿Por qué? Pues porque en el otro blog, lo que estoy desarrollando es una historia y ello requiere inspiración y cierto orden para ir atando cabos. Por lo tanto, actualizaré, quizás, cada mes el nuevo blog. Por cierto, no os he dado la dirección. Es la siguiente: http://masalladeundeseo.blogspot.com/

Espero, pues, que los disfrutéis los dos.

Un saludo.

Aleda.


PD: Llevo todo el día con esta canción sonando en mis oídos inconscientemente:

Me recuerda a Sergio... =P

miércoles, 4 de agosto de 2010

El desconocido del tren.

02/08/2010

Sonreí para mí. Pensaba que los chicos así no existían, pero ahí está, sentado frente a mí. ¿Y cómo es él? Pelo oscuro, algo largo; la piel clara y sus ojos son de un tono verdeazulado que resulta muy sugerente. De vez en cuando, oculta sus bello rostro tras unas oscuras gafas de sol, lo cual me intimida porque no sé si me pilla mirándolo o no. Sus labios son levemente carnosos y sonrosados, muy apetecibles. Su perilla y barbita de dos o tres días, le da un toque interesante, muy interesante. Me encanta.

Lleva un mp4 de color turquesa metálico que, supongo, deleitará sus oídos con alguna música que desconozco. Su pie se mueve de vez en cuando golpeando el suelo, al son de su música. Se recuesta en su asiento. Suspiro. Está muy cerca, pero le siento tan lejano como una estrella.

Me gusta su pelo, sus manos. Me pone nerviosa tenerlo ahí, enfrente, tan cerca. ¡Ay! Miro disimuladamente, como echando un vistazo circular al vagón. Levanta la vista, me mira. Me atrae con la fuerza de un imán. ¡Qué ojos tan preciosos, por Dios! Me encantan. Parece un gato (y eso que los gatos no me gustan). No puedo. No aguanto tenerlo ahí, prácticamente al lado, tan cerca. Siento como el instinto ansía lanzarse hacia él, mientras las ataduras de la razón se le clavan hasta hacerle daño.

¿Cómo será su voz? Me muerdo e labio inferior, preocupada. ¿Será posible que me pueda atraer tanto un desconocido? Y tiene una sonrisa magnífica, preciosa, radiante, aunque pequeña. Pero me gusta. Parece tan simple... Si me hubiese encontrado a este chico de fiesta, hubiese ido a por él desesperadamente. O al menos eso creo.

NOTA:
Acabo de descubrir que su supuesto mp4 es en realidad un móvil. ¬¬'' Soy un desastre.

En fin, me voy a centrar en la música de mis oídos y en la lectura que estaba realizando antes de sentir la imperiosa necesidad de plasmar esto sobre el papel.

Al fin y al cabo, él es sólo un desconocido, y así seguirá siendo.

La novia cadáver.

01/08/2010

Hay historias que estremecen cada fibra de nuestro ser, que nos mueven algo dentro.

A mí, hoy, me ha estremecido de esta manera la historia de "La novia cadáver". Es una historia divertida, preciosa, pero sobre todo me resulta muy triste. ¿Por qué? Pues no sé explicarlo así, concretamente. Supongo que es porque me hace plantearme muchas cosas como, por ejemplo, si yo sería capaz de ser una novia cadáver. En serio, me lo planteo. Si yo estuviese enamorada y mi propio novio me matase, sería algo que, incluso estando muerta, destrozaría mi corazón día tras día. El hecho de no sentirme amada, de que mi amor me asesinase, de tener que cargar toda la eternidad con un vestido de novia, de verme esperando tanto tiempo un momento que no va a llegar... Son cosas que me destrozarían psicológicamente. Sé que no podría soportarlo. Pero aún peor y más desesperante me parece la siguiente cuestión: ¿cómo acabar con tanto sufrimiento si ya estoy muerta? Díganme que no es horrible y desesperante.

En cierto modo me gusta la personalidad de la novia cadáver. Puede que incluso la admire. ¿Y por qué?, se preguntarán ustedes. Pues miren, porque sí. Porque, a pesar de estar tan sola, ella sonríe; porque, a pesar de sentirse engañada, ella perdona; pero, sobre todo, porque, a pesar de que ama a Víctor, lo deja ir. Se me han saltado las lágrimas en ese momento de la película. ¡Qué fuerza!¡Qué amor tan grande debía profesarle para poder hacer eso! Si me pongo en su situación (en la de Emily), me desespero. Porque volver a aceptar que tendré que seguir toda la eternidad sola después de haber encontrado por fin un nuevo amor, me resulta imposible, inconcebible. Yo, personalmente, no sería capaz.

Pero, parece ser que ella (al final, tras su sacrificio) es liberada. ¿Qué significa "liberada"?. Espero que sea un estado inmaterial desde el que no sienta nada, porque sino, pobre Emily.

Sergio.

19/07/2010


Me siento vacía, de repente. Me falta algo, algo muy importante. Me faltas tú. Me siento muy sola.

A veces, creo que te sobrevaloro, pero es que sigo sin entender cómo una persona tan maravillosa quiere estar conmigo. No soy nada y, aún así, estás aquí, conmigo. Ahora mismo me inunda la angustia de no poder abrazarte, besarte o, simplemente, estar a tu lado.

Me haces sentir tantas cosas que creo que me voy a volver loca cualquier día. Pero es que cada segundo contigo es mi mayor regalo, cada sonrisa que dibujas en mis labios es un tesoro y cada brillo que provocas en mis ojos es un rayo de luz, cálido, hermoso, envolvente.

Y tantas veces me pregunto "¿Sentirá lo mismo que yo?" y tú mismo, como si pudieras escuchar mi silenciosa pregunta, me contestas. Y nunca lo haces con palabras, sino con hechos, con gestos, con miradas, con sonrisas. Pero cuando me miraste de esa manera tan intensa y me preguntaste "¿Qué haría yo sin ti?", encontré de repente tanto amor en tus ojos que sentía que me envolvía como una ola en el mar. Descrubría en tus ojos tal emoción, tal cariño, que sentía ganas de pegarme a mí misma por iditoa, por haber dudado un sólo segundo de tu amor. ¡Qué imbéciles llegamos a ser! No pude hacer otra cosa que besarte.

No sé durante cuánto tiempo más vamos a aguantarnos, pero ahora mismo mi habitación ya no huele a mí, sino a ti. ¿Y sabes qué? Que un puño helado aprieta mi corazón, que late desbocado porque te echa de menos. Tu presencia aquí estos dos días me ha dado un nuevo sorbo d evida. Gracias por venir, gracias por existir y querer estar a mi lado. Gracias, Sergio.

Te quiero.