viernes, 29 de octubre de 2010

Despedida.

A todos mis lectores (seáis quién seáis):

Buenas noches a todos/as. La entrada de hoy es la última que publico. Sí. Se acabó. No quiero seguir con esto. Pero antes de ello hay varias cosas que quisiera decir.


En primer lugar, dar las gracias a todos los que leísteis y seguísteis este blog durante estos meses. Para mí, ha sido en todo momento un placer compartir mis impresiones, sueños, emociones, opiniones, etc. con todos vosotros.

Sé que en algunas ocasiones ha habido personas que se han sentido dolidas, quizás indignadas con las cosas que escribía. Me gustaría aclarar que mi intención al embarcarme en esta nueva aventura de escribir en un blog no fue otra que expresarme, tener un pequeño rinconcito para ser libre. Nunca quise herir ni ofender a nadie. En caso de que haya ocurrido, pido disculpas (aunque quizás no sean aceptadas).

El título del blog me identifica totalmente. Soñar es una de mis debilidades, y no siempre me ayuda a sobrevivir en este mundo de locos, pero es una parte de mí y no pienso renunciar a ella, aunque duela despertar. Por otra parte, la lluvia me parece tan hermosa, pura, refrescante, que no pude evitar incluirla en el nombre de este blog, tan personal para mí. Siempre fue fuente de inspiración y siempre lo será.

Cada entrada de este blog tiene un pedacito de mí, abre una puerta a mi mundo, a mi interior, y os puedo asegurar que no es algo que todo el mundo pueda ver o disfrutar. Reconozco que soy quizás demasiado introvertida, sobretodo cuando no debo serlo. Pero aquí, y sólo aquí, se desvelan mis más escondidos sentimientos, pensamientos, emociones, reflexiones... Todo está aquí. Por eso me atrevo a decir que es un trocito de mi alma. Agradecería que lo tuviéseis en cuenta cuando me leyéseis.

Por último, no podía irme sin decir que cada palabra que hay escrita, cada verso que publiqué, cada emoción que transmití aquí, lo hice con el corazón. Sí, totalmente. Cuando escribía algo con intención de publicarlo aquí (ya fuera algo triste o alegre),no me importaba quién fuera a leer la entrada en cuestión. La que escribía no era yo, sino una combinación algo extraña entre mi corazón y mi alma. Por eso pido a todos y cada uno de los que me leáis, que lo hagáis con el respeto que creo que merece.


No tengo nada más que decir, puesto que no hay forma de expresar la tristeza que me supone el dejar de escribir aquí. Pero creo que es necesario, porque si sigo haciéndolo sólo me perjudicará. Y no sólo a mí, sino también a la gente que me rodea. Por eso, porque no quiero hacer más daño a nadie (incluida yo), dejo esto aquí, para que queden al menos algunas de las miles de historias que tenía que contar.

Gracias a todos por todo.

Os deseo lo mejor.

Aleda.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Y soñé.

Camino totalmente desnuda,
arropada tan sólo por el atardecer...

Los tonos anaranjados
me adormilan,
me endulzan,
me entusiasman.

Mis pies se deslizan
aún más ligeros
sobre el frío asfalto.
Mi corazón se acelera.

Cierro los ojos.

La suave brisa
acaricia las ondas de mi cabello.
Respiro hondo.
Y dejo el aire escapar lentamente
entre mis labios,
mientras abro mis ojos.

Todo cambia a mi alrededor.
Viajo a toda velocidad.
Sueño.
Me dejo llevar
a otra realidad.

El cielo se tiñe de añil.
¡No!
Deseo buscar el atardecer de nuevo,
correr.
Y lo hago.
Puedo volar.
¡Puedo volar!

Las plantas de mis pies
ya no rozan el suelo.
La fuerza de la gravedad
no existe ya para mí.

El olor del mar
me envuelve.
es tan infinito,
tan azul,
tan perfecto,
tan vivo,
tan...

El tejido de mis sueños
se empieza a hacer
cada vez más inestable,
cada vez más borroso.

La realidad va tomando forma
a mi alrededor.

Sueña el despertador.

¡Maldito monstruo
lleno de terribles deberes!

Pesadamente hago callar
a todas mis responsabilidades.
Pretendo alargar un poco más
mi momento, mi sueño,
mi otra realidad.

Busco a Jack a mi lado,
pero no está.

Me incorporo en la cama
y me permito el pequeño lujo
de soñar despierta
durante unos instantes.
Sólo unos segundos más.

Pienso en el momento
en el que mi sueño se hizo realidad.
Era tan perfecto que daba miedo.
Pero, aunque el miedo me aprisionaba,
me arriesgué a soñar,
me dejé llevar,
vencí al miedo.

Y soñé.

sábado, 16 de octubre de 2010

Salida.

14/10/2010

If she had wings,
she would fly away


Tras un puente desesperante, agobiante, raro... Todo vuelve a la normalidad. O al menos no ha empeorado. De hecho casi podría decirse que ha mejorado considerablemente.

La semana ha sido un poco tonta. En realidad, bastante. ¿Sólo dos horas y media de clase en una semana después de un puente de cinco días? Parece una broma de muy mal gusto. Llevo casi todo el verano deseando que empiecen las clases para matar el aburrimiento y, de paso, las voces de mi cabeza; y ahora que por fin comenzaba el nuevo curso, aparte de empezar una semana más tarde que el resto del mundo, resulta que apenas he tenido 15 o 20 míseras horas de clase. Y lo necesito. Lo necesito porque me aburro mortalmente y estoy harta de darle vueltas a la cabeza de tanto estar sola.

He descubierto que estar en casa con una pareja y estar absolutamente sola es prácticamente lo mismo. Si además esta situación se repite un día, y otro, y otro, y otro más, pues una acaba amargada y encerrándose en sí misma. Es una sensación de "sobrar", de ser invisible, de inexistencia total y absoluta.

Sin embargo, después de la tormenta siempre llega la calma, y eso es alentador.


Tras esta oscura y terrible sucesión de catastróficas desdichas, he vuelto a tener una larguísima conversación con mi mejor amiga (cosa que no ocurría desde hacía meses), he tenido algo que hacer (como pasar apuntes a limpio o buscar información para un trabajo) y lo mejor de todo: me he pasado más de un día entero de barbacoa con mis amigos. No sé. Estoy ahora mismo agotada, pero me siento muy feliz. Tengo una opresión en mi pecho que lo inunda de felicidad, cariño y, sobretodo, una especie de satisfacción que no sé explicar muy bien a qué se debe, pero que me llena por dentro.

El largo día de barbacoa ha sido como la luz al final del túnel, como salir del agujero en que se estaba convirtiendo mi casa (y mi habitación). Necesitaba reírme hasta que me doliera la tripa. Necesitaba respirar otro aire. Necesitaba estar con más gente, con mi gente. Ha sido genial. Creo que cada vez nos lo montamos mejor. Además vivimos momentos que son inolvidables y esta vez hemos probado incluso cosas nuevas, como "Los misterios de Pekín" ("Pekín Expréss", según Manu) o el "Pictionary", que tenemos un arte dibujando que no veas.


Ahora, inmediatamente después de estos dos días inmensamente más felices que los anteriores, estoy sentada en el asiento 216 del coche 5 del tren de Media Distancia con destino Córdoba Central y parada en Posadas (entre otras muchas). Mientras el paisaje se mueve a 156 km/h tras esta ventanilla, pienso en agradables conversaciones transcurridas entre frutales y con discusiones de política de fondo. También en risas y planes futuros a las 2 de la madrugada en mi habitación, entre un montón de velas, quemadores, inciensos... En un fuerte y alentador abrazo en la estación de tren de Puerto Real, bajo miles de nubarrones y una lluvia insistente. Pienso en todo esto y no puedo evitar daros las gracias simplemente por iluminar la oscuridad con vuestras voces, sonrisas y muestras de cariño.

Está visto que todo lo bueno se acaba y después siempre vienen rachas considerablemente malas. Sin embargo, hay siempre gente, amigos, que están dispuestos a echarte una mano y a coserte las alas para que puedas volar.

Gracias.

viernes, 8 de octubre de 2010

Tiempo.


Cuando acabas una relación, tienes en tu interior un cúmulo de sentimientos confusos y traicioneros.

Te sientes vacía. No tienes ganas de volver a intentarlo. Recoges los trocitos de tu pobre corazón destrozado y miras, desolada. No hay nada que hacer, salvo esperar a que pase el tiempo y sane tus heridas. Echas un vistazo a tu alrededor, pero todo significa nada. Te refugias en los amigos, ¿por qué no? Pero nada llena ese vacío, ni siquiera ellos. Pruebas entonces a encerrarte en ti misma, pero descubres que eso sólo te hunde más y más. Te agobias. Los problemas se suceden continuamente, ahogándote. El humor te da sucesivos giros que acaban por frustrar y preocupar a la gente que te rodea. No deseas estar con nadie, aunque necesites más cariño que nunca.
Al mismo tiempo tienes un miedo terrible a volver a enamorarte, a equivocarte, a ver una vez más todas tus ilusiones destrozadas. Sabes que lo superarás, pero eso o te consuela ahora mismo. De repente sonreir parece algo muy difícil. Tienes la sensación de que tu alma es sólo un montón de ruinas e intentas reconstruirlas poco a poco, pero es imposible ahora mismo. No avanzas. Y te da miedo quedarte anclada ahí para siempre, pero no puedes evitar estar como estás.

Así que, por lo pronto, te acurrucas en el sofá, tapada con una manta, ves un par de películas de amor (de esas que cuentan historias que no pasan en la vida real), lloras, y rezas por que el tiempo pase más deprisa.