sábado, 12 de enero de 2013

Princesas.

A veces creo que me voy a volver loca. No entiendo nada. Y con ese "nada" me refiero a la gente. Un día están bordes y otro día están besándote los pies. Un día te quieren con locura y al siguiente te guardan un rencor que creías que no podía existir. Un día te dan un beso y al siguiente te dan una bofetada. No comprendo por qué.

Aquí la primera cambiante soy yo. Es cierto que soy muy difícil de llevar en ese sentido. Pero en serio, ¿qué demonios está pasando aquí? No sé cómo ni en qué momento ha pasado pero, de repente, todo el mundo quiere estar conmigo. En ese momento tengo a dos chicos (como mínimo) locos por mí, diciéndome lo importante que soy en su vida y que no quieren pasar un día sin hablar conmigo aunque sea por WhatsApp. No es normal. Y ya no tengo claro si el problema son ellos o soy yo.

Después de todo lo vivido, después de todo lo pasado, después de tantas experiencias... no estoy segura de lo que quiero, de lo que busco. No sé qué quiero hacer con mi vida. No sé qué demonios espero en un chico. No sé nada. Me siento bastante perdida. Lo más extraño de todo esto es que se supone que debería estar en uno de los mejores momentos de mi vida. Tengo éxito en casi todo. No tengo de qué quejarme. Entonces, ¿por qué me siento tan rara? Me miro al espejo y no entiendo por qué todos me quieren. Y, lejos de ser algo que me guste, es más bien algo que me agobia... Y mucho.

Siempre he deseado ser la princesa del cuento. Esa chica sencilla, amable, hermosa, justa, inteligente y valiente que aparecía en cualquier historia que se precie. Quería correr aventuras, conocer gente nueva, reír hasta llorar, sentirme libre... Y ahora que lo tengo, que tengo todo eso, me siento vacía. ¿Acaso se me han acabado los sueños? No lo sé. No lo tengo claro. Y es que todo esto es nuevo para mí. Yo siempre fui la chica solitaria y rara. Aquella niña despistada, vaga e introvertida que no le caía bien a casi nadie y que apenas tenía amigos. Siempre fui el patito feo. Pero ahora... Ahora parece que soy el cisne. Y no soy capaz de decidir si me gusta o no. De hecho me da miedo. Me da tanto miedo que no quiero que me quieran. Y la explicación a esto es muy sencilla: las personas que dicen quererte son las que, cuando menos lo esperas, pueden hacerte daño. No quiero que me quieran. A menudo sueño que mucha gente que conozco se acerca a mí para abrazarme, mientras yo intento deshacerme de su abrazo gritando cosas como "Dejadme en paz" "Quiero estar sola" o "No os necesito". Y lo que más miedo me da es que tengo razón. Sólo quiero que me dejen sola. Me agobian. Me agobia eso de ser el centro de atención o de que de repente todos me quieran tanto. Antes no me querían tanto cuando yo verdaderamente los necesitaba. Y no sé si es porque guardo rencor o porque simplemente estoy loca, pero ahora no quiero que me quieran. No necesito que me quieran. Ahora soy fuerte, soy mayor y más sabia, he superado lo peor que he podido pasar en mi vida y no necesito nada de nadie (excepto mi familia y lo que necesito no me lo dan). Ahora soy independiente de ese cariño. ¿Será que me estoy volviendo de piedra? Me da miedo también pensar eso. No quiero volverme así. Y aún así, cuanto más sincera eres y más claras dejas las cosas, más insisten en quererte y protegerte. Es increíble. Y yo que creía que no le gustaba a nadie...

También conocí "príncipes" que me trataron como a una princesa. Todos aquellos chicos sólo me hicieron comprender que no quiero que me adulen, que me adoren ni que me cuiden como si fuera de cristal. No quiero que me protejan, no quiero excesos de cursilerías ni de cariño, no quiero que me hagan daño... ¿Qué carajo quiero? No lo sé ni yo. Creo que estoy esperando a que llegue alguien que no sea un príncipe, que me ponga las cosas difíciles, que no cumpla la mitad de mis excesivas expectativas y que de un giro a mi vida. Creo que necesito a alguien que me empuje a vivir, a disfrutar, a relajarme y a ser simplemente feliz. Alguien que me acompañe a correr aventuras, que no sea inseguro, que no necesite decirme que me quiere día tras día sino que me lo demuestre... ¿Pido demasiado? No quiero ser un rollo de una noche, no quiero tener una relación basada sólo en el sexo, no quiero que me tome por una chica fácil. Quiero algún chico que me respete, admire, cuide (pero sin sobreprotegerme), ame y apoye siempre. Necesito que sea sincero tanto en lo bueno como en lo malo. Que tenga una vida aparte de mí, que tenga sus propios planes de futuro, que tenga amigos y vida social más allá de mí...

Me cansé de los príncipes hace ya cerca de un año. Me cansé de que me vieran como la chica perfecta, como el amor de sus vidas, como el centro de sus universos. No quiero más príncipes. Sólo quiero un chico normal, que merezca la pena.

Espero y espero... Y mientras tanto, seguiré durmiendo sola en una inmensa cama de matrimonio en la que siempre dejo ese maldito hueco esperando que alguien lo llene de esperanzas, complicidad, caricias, amor, confianza y, especialmente, futuro.

Las chicas que dicen ser princesas no lo son. Puede que yo ahora sea infinitamente más princesa que cuando tenía 9 o 10 años. Pero me considero una princesa rebelde, que se niega a caer en la banalidad de la apariencia, que no distingue entre clases sociales y que, por encima de todo, lucha por ser algo que no es lo que se espera de ella. Yo lucho por mí, por mi felicidad, por ser quien quiero ser. Y eso es lo que me convierte, la mayor parte del tiempo, en una verdadera princesa.