domingo, 25 de noviembre de 2012

Las riendas de tu vida.

Desempolvó la oscura funda y sacó de ella la guitarra.

Acarició las cuerdas levemente, sin hacer mucho ruido. Necesitaba expresarse, fundirse con ella, desgarrarse por dentro el alma y sacar lo que la estaba volviendo loca. Pero las cuerdas necesitaban unos retoques de afinación. Sonaban fatal.

Se puso a ello mientras reflexionaba sobre todo: sobre ella, sobre lo que quería, sobre lo que hacía... Y, especialmente, sobre cómo las cosas estaban cambiando últimamente a toda velocidad, y ella iba perdiendo cada vez más y más control sobre ella misma y sobre su vida. Y odiaba no tener el control. A veces, llegaba a rozar lo obsesivo, pero le gustaba tenerlo todo diseñado a su manera, planeado de acuerdo a sus propósitos e ideas. En el momento en el que algo se le iba de las manos se sentía perdida. Totalmente perdida.

Ahora que la guitarra sonaba algo mejor y las cuerdas vibraban bajo sus dedos, se dejó llevar por el torrente de emociones que sacudían su alma. Sin darse cuenta empezaron a caer lágrimas por sus mejillas, deslizándose hasta su cuello y perdiéndose en él. "No tengas miedo", se repetía una y otra vez. Pero no era capaz de creérselo. "¿Qué estoy haciendo?", "¿Por qué no tengo el control sobre mí misma y me dejo llevar por las ganas de disfrutar?", "¿Hasta dónde tendré que llegar para parar?"... Y así muchas otras preguntas se amontonaban en su cabeza mientras sus dedos acariciaban las cuerdas suavemente, como si fuesen un bálsamo reparador.

No sabía cuánto tiempo había estado tocando aquella vieja guitarra, pero, cuando los dedos de la mano izquierda estuvieron doloridos de apretar las cuerdas contra el mástil, paró. Se sentía tan perdida que no era consciente del dolor. De ningún tipo de dolor.

Se levantó y dejó la guitarra sobre la cama para mirarse al espejo. Vio sus ojos enrojecidos por las lágrimas derramadas. Vio su pelo ondulado resbalar por sus hombros. Vio su cuerpo, ahora más delgado, y se dio cuenta de que tampoco era para tanto. Vio sus labios que la noche anterior habían estado pintados de rojo. Los acarició y decidió que no tenían nada de especial para que varios chicos hubieran deseado besarlos la noche anterior.

Se miró de nuevo entera en el espejo. No tenía nada de especial. y, sin embargo, había algo en sus ojos que estaba escondido. Era como un brillo que gritara "Aquí hay algo más". Sacudió la cabeza recordándose a sí misma que en el mundo en el que vivimos, se tiene en cuenta sólo el aspecto físico. Los sentimientos, anhelos, emociones, sueños, no cuentan. Entonces ¿por qué ella? ¿Por qué la chica que veía ahora reflejada en el espejo? ¿Por qué demonios tenía que pasarle esto cada noche que salía? Se encogió de hombros y decidió que no podía perder más tiempo sintiéndose tan indefensa y perdida.

Había llegado la hora de retomar las riendas de su vida.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Cuestión de necesidad.

Y esta noche yo también necesito un hombre que me haga el amor, me haga sentir una diosa y se acueste a mi lado, velando mi sueño y protegiéndome entre sus brazos.

Quizás mañana no necesite eso... Pero hoy .