Llevo algo de retraso en el blog. Tengo dos entradas escritas que quería publicar. Una de ellas es muy bonita y puede que muy mía. La otra la he escrito hoy mismo, en un momento bastante cercano a la depresión y cada vez que la leo me dan ganas de llorar y me doy miedo por ser capaz de pensar cosas así. Y si me da miedo a mí, no quiero ni imaginar la imagen que dará a los demás de mí. Una imagen que, por otro lado, no es la mía. Entonces, la que sí me gusta la espero publicar en breves y la otra, por ahora no.
Así pues, quiero decir que no voy a escribir en una temporada... Al menos hasta que se me pase este ataque depresivo que tengo.
En realidad, me apetece ser un poco egoísta y hablar un poco de mí.
Creía que me merecía un descanso pero según parece, mi vida se debe centrar en estudiar. Antes, ahora y después también. Sólo estudiar. Si acaso, me dejarían algunos días para estar a mi aire, lo justo de despejarme algo y lo justo para decirme "ya has tenido unos días para ti", que de hecho, es lo que han dicho hoy mismo.
¿Qué significado tiene la palabra vacaciones? Se supone que habría que tomárselo con cierta calma, ¿no? Pues parece ser que no. No lo entiendo. Llevo todo el año estudiando, currando. Es cierto que las cosas no han salido todo lo bien que debieran haber salido. Pero no es porque yo no lo haya intentado.
En fin, empiezo a aceptar que lo que me toca ahora es morir estudiando para que mis padres sean felices. Pues nada, vamos a ello. Ya habrá tiempo para despejarse, para respirar.
Estoy tan cansada de repente...
miércoles, 21 de julio de 2010
sábado, 10 de julio de 2010
Noches de verano.
Las noches de verano pueden ser de muchas formas. He vivido muhas experiencias en los dos últimos años. Contaré algunas de ellas. Unas serán algo tristes y melancólicas, otras serán alegres y con cierta dosis de locura, bohemia e inspiración.
Comenzaré por recordar una muy reciente. Ocurrió hace apenas unos días y tuve el gustazo de compartirla con Pedro. Fue en Portugal, en el paseo marítimo de Fuseta, en un pequeño escenario, con una banda tocando jazz (que por cierto ahora mismo estoy escuchando porque lo grabé). Corría una suave brisa marina. Poco a poco la pequeña grada se iba llenando de gente. No sé aún explicar por qué, pero aquella situación me resultó completamente relajante e inspiradora. ¡Quién hubiera tenido un papel y unlápiz a mano! Era fantástico estar allí sentada, escuchando buena música con un buen amigo al lado. Me sentí totalmente feliz, tranquila, llena de paz. Estaba disfrutando casi tanto como los músicos. Fue genial. Y me encantó compartirla con Pedro, porque a veces para estar compenetrado/a con otra persona no es necesario hablar, sino sólo sonreír o compartir unos minutos especiales como aquellos. Gracias por acompañarme y compartirlos conmigo, Pedro. =)
Seguiré por la mayoría de mis noches del año pasado. Concretamente a partir de las 1 o as 2 de la madrugada. Me sentaba en mi escritorio, frente a mis apuntes de Matemáticas II, con el portátil en frente deleitándome con la música de Coldplay (en concreto con "Fix you"). Cuando empezaba a sentirme cansada, con mucho cuidado me levantaba de la silla sin hacer ruido, me sentaba un poco apretada en el aféizar de la ventana y miraba las estrellas, perdiéndome en ellas, ansiando volar, sintiéndome prisionera de una cárcel invisible y psicológica, echando de menos ser feliz. Era angustiosa esa situación, pero era hermosa a la vez. Cuando miraba las estrellas con los ojos empañados en lágrimas, me sentía tan frágil y especial que a veces creía que me iba a evaporar de allí y transformarme en alguna lejana estrella, desapareciendo para siempre. Sentía que no se iba a perder mucho y que podría así ser libre. Era mágio, bohemio, soñador. Como yo. No compartí esos momentos con nadie. Sólo con mi soledad. Mi soledad absoluta, mis lágrimas, mi desesperación y yo.
También el verano pasado solía salir con mis amigas algunas noches. No era cómodo. Hablaban de mil cosas que habían vivido juntas y en las que yo no había participado. Hacían planes futuros en los que yo no tenía un lugar. Yo estaba mal, pero ellas eran incapaces de verlo. Así que al final siempre acababa huyendo para escapar a mi mundo propio, en mi habitación rodeada de apuntes, oliendo a incienso y torturándome interiormente. Sin embargo hubo una noche muy especial. En la terraza de la piscina estaban proyectando un concierto de Coldplay del año 2003 (creo) en Toronto. Justo estaba ensimismada con mis pensamientos cuando escuché la canción mágica de mi verano del 2009. Era "Fix you". Fue la primera vez en mi vida que la escuché y me enamoré de ella. No sé por qué, pero me removió algo por dentro que me hizo sonreír a la vez que quería llorar. Me hacía sentir tan sola pero a la vez tan mágica que no podía reprimir mis emociones y no pude evitar esbozar una gran sonrisa. Mis amigos, por supuesto, no entendían nada. Pero yo no tenía ganas de explicárselo tampoco. Sabía que no lo iban a entender porque son muy diferentes a mí. Aún así, fue uno de los mejores momentos del verano pasado.
También me gustaría recordar (con una sonrisa en los labios) todas y cada una de las noches que me fuí a observar las estrellas con Rubén. Todas esas noches en las que, con la radio de fondo divagábamos sobre temas variados, incoherentes, inconexos, estúpidos, interesantes... Tantas cosas. Pero siempre conseguía hacerme sonreír. Fue una de las personas más importantes para mí en esos duros momentos. De hecho creo que fue la única persona capaz de ver dentro de mí y comprenderme perfectamente sin preguntar, sin reprocharme nada. Capaz de recoger mis lágrimas con sus dedos suavemente y transformarlas en una sonrisa. Me gustaba sentirme tan cómoda por fin en medio de mi soledad. Sentir que había alguien que sí estaba ahí física y psicológicamente a mi lado. Dándome apoyo, cariño, empujándome. Gracias por cada estrella observada y por cada sonrisa conseguida, Rubén. En aquellos momentos sabes que lo fuiste todo.
No puedo olvidar tampoco, hace un par de años, las noches que pasé también en la terraza de la piscina con mis amigos jugando a las cartas y bebiendo tintos de verano. Riéndonos, saliendo de fiesta, saliendo a caminar al atardecer, escuchando canciones juntos. Fueron momentos increíbles. No se podía ser más libre y feliz. Gracias a todos los que compartísteis aquel verano conmigo. Fué el mejor de muchos.
Por último, no podía dejar de describir mi situación actual. En una casa nueva, algo extraña aún, sola, en mi habitación (con puerta por fin), rodeada por un aura que es una mezcla entre lo hippie y lo oriental, con la suave brisa acariciando mi piel, escuchando la música que grabé del pequeño concierto en Portugal y Coldplay (una vez más, como siempre, para relajarme). Haciendo un balance de mí misma, de mi personalidad, de mis amigos, de mis miedos hacia este verano que comienza ya. Tengo ganas de volver a casa, de ver a mis amigos, de encerrarme de nuevo en mi mundo dentro de mi habitación, de disfrutar de mi familia. Pero a la vez tengo mucho miedo de echar de menos a la gente que tengo aquí en Cádiz, de no ser capaz de estudiar y disfrutar a la vez, de sentirme de nuevo sola, de que me pase lo que me pasó el verano pasado. Porque no sé si podría superarlo por segunda vez. Aún así, respiro hondo, susurro para mis adentros "Os quiero" a todos aquellos que me han hecho feliz en los últimos meses y decido seguir adelante siempre. Porque aunque me caiga, me siento apoyada por todos vosotros.
Quería aprovechar esta entrada para agradecer a Belén, David, Mae, Manu, Manolo, Pedro y especialmente a Sergio, el hecho de conoceros, de teneros ahí, de sentiros a mi lado, esa preocupación por mí, esa dedicación a hacer de cada momento que pasamos juntos algo inovidable. Gracias, de verdad. Especialmente agradezco al destino el hecho de poder haberos conocido mucho más durante nuestra estancia en Portugal, sobre todo a Manolo y a Pedro. Me habéis sorprendido mucho y muy gratamente.
Espero este verano poder tener muchas buenas experiencias, poder visitar mi Cádiz aunque sea unos días a finales de Julio y poder veros a los gaditanos (Pedro, Manolo y David), poder ser capaz de estudiar y seguir luchando por esto, poder hablar todos los días con Belén aunque sea cinco minutos, poder pasar todo el tiempo posible con Sergio, poder tomarme algo de vez en cuando con Rubén, poder formar parte de los planes de mis amigas, poder disfrutar de mi familia y poder, simplemente, ser feliz.
Comenzaré por recordar una muy reciente. Ocurrió hace apenas unos días y tuve el gustazo de compartirla con Pedro. Fue en Portugal, en el paseo marítimo de Fuseta, en un pequeño escenario, con una banda tocando jazz (que por cierto ahora mismo estoy escuchando porque lo grabé). Corría una suave brisa marina. Poco a poco la pequeña grada se iba llenando de gente. No sé aún explicar por qué, pero aquella situación me resultó completamente relajante e inspiradora. ¡Quién hubiera tenido un papel y unlápiz a mano! Era fantástico estar allí sentada, escuchando buena música con un buen amigo al lado. Me sentí totalmente feliz, tranquila, llena de paz. Estaba disfrutando casi tanto como los músicos. Fue genial. Y me encantó compartirla con Pedro, porque a veces para estar compenetrado/a con otra persona no es necesario hablar, sino sólo sonreír o compartir unos minutos especiales como aquellos. Gracias por acompañarme y compartirlos conmigo, Pedro. =)
Seguiré por la mayoría de mis noches del año pasado. Concretamente a partir de las 1 o as 2 de la madrugada. Me sentaba en mi escritorio, frente a mis apuntes de Matemáticas II, con el portátil en frente deleitándome con la música de Coldplay (en concreto con "Fix you"). Cuando empezaba a sentirme cansada, con mucho cuidado me levantaba de la silla sin hacer ruido, me sentaba un poco apretada en el aféizar de la ventana y miraba las estrellas, perdiéndome en ellas, ansiando volar, sintiéndome prisionera de una cárcel invisible y psicológica, echando de menos ser feliz. Era angustiosa esa situación, pero era hermosa a la vez. Cuando miraba las estrellas con los ojos empañados en lágrimas, me sentía tan frágil y especial que a veces creía que me iba a evaporar de allí y transformarme en alguna lejana estrella, desapareciendo para siempre. Sentía que no se iba a perder mucho y que podría así ser libre. Era mágio, bohemio, soñador. Como yo. No compartí esos momentos con nadie. Sólo con mi soledad. Mi soledad absoluta, mis lágrimas, mi desesperación y yo.
También el verano pasado solía salir con mis amigas algunas noches. No era cómodo. Hablaban de mil cosas que habían vivido juntas y en las que yo no había participado. Hacían planes futuros en los que yo no tenía un lugar. Yo estaba mal, pero ellas eran incapaces de verlo. Así que al final siempre acababa huyendo para escapar a mi mundo propio, en mi habitación rodeada de apuntes, oliendo a incienso y torturándome interiormente. Sin embargo hubo una noche muy especial. En la terraza de la piscina estaban proyectando un concierto de Coldplay del año 2003 (creo) en Toronto. Justo estaba ensimismada con mis pensamientos cuando escuché la canción mágica de mi verano del 2009. Era "Fix you". Fue la primera vez en mi vida que la escuché y me enamoré de ella. No sé por qué, pero me removió algo por dentro que me hizo sonreír a la vez que quería llorar. Me hacía sentir tan sola pero a la vez tan mágica que no podía reprimir mis emociones y no pude evitar esbozar una gran sonrisa. Mis amigos, por supuesto, no entendían nada. Pero yo no tenía ganas de explicárselo tampoco. Sabía que no lo iban a entender porque son muy diferentes a mí. Aún así, fue uno de los mejores momentos del verano pasado.
También me gustaría recordar (con una sonrisa en los labios) todas y cada una de las noches que me fuí a observar las estrellas con Rubén. Todas esas noches en las que, con la radio de fondo divagábamos sobre temas variados, incoherentes, inconexos, estúpidos, interesantes... Tantas cosas. Pero siempre conseguía hacerme sonreír. Fue una de las personas más importantes para mí en esos duros momentos. De hecho creo que fue la única persona capaz de ver dentro de mí y comprenderme perfectamente sin preguntar, sin reprocharme nada. Capaz de recoger mis lágrimas con sus dedos suavemente y transformarlas en una sonrisa. Me gustaba sentirme tan cómoda por fin en medio de mi soledad. Sentir que había alguien que sí estaba ahí física y psicológicamente a mi lado. Dándome apoyo, cariño, empujándome. Gracias por cada estrella observada y por cada sonrisa conseguida, Rubén. En aquellos momentos sabes que lo fuiste todo.
No puedo olvidar tampoco, hace un par de años, las noches que pasé también en la terraza de la piscina con mis amigos jugando a las cartas y bebiendo tintos de verano. Riéndonos, saliendo de fiesta, saliendo a caminar al atardecer, escuchando canciones juntos. Fueron momentos increíbles. No se podía ser más libre y feliz. Gracias a todos los que compartísteis aquel verano conmigo. Fué el mejor de muchos.
Por último, no podía dejar de describir mi situación actual. En una casa nueva, algo extraña aún, sola, en mi habitación (con puerta por fin), rodeada por un aura que es una mezcla entre lo hippie y lo oriental, con la suave brisa acariciando mi piel, escuchando la música que grabé del pequeño concierto en Portugal y Coldplay (una vez más, como siempre, para relajarme). Haciendo un balance de mí misma, de mi personalidad, de mis amigos, de mis miedos hacia este verano que comienza ya. Tengo ganas de volver a casa, de ver a mis amigos, de encerrarme de nuevo en mi mundo dentro de mi habitación, de disfrutar de mi familia. Pero a la vez tengo mucho miedo de echar de menos a la gente que tengo aquí en Cádiz, de no ser capaz de estudiar y disfrutar a la vez, de sentirme de nuevo sola, de que me pase lo que me pasó el verano pasado. Porque no sé si podría superarlo por segunda vez. Aún así, respiro hondo, susurro para mis adentros "Os quiero" a todos aquellos que me han hecho feliz en los últimos meses y decido seguir adelante siempre. Porque aunque me caiga, me siento apoyada por todos vosotros.
Quería aprovechar esta entrada para agradecer a Belén, David, Mae, Manu, Manolo, Pedro y especialmente a Sergio, el hecho de conoceros, de teneros ahí, de sentiros a mi lado, esa preocupación por mí, esa dedicación a hacer de cada momento que pasamos juntos algo inovidable. Gracias, de verdad. Especialmente agradezco al destino el hecho de poder haberos conocido mucho más durante nuestra estancia en Portugal, sobre todo a Manolo y a Pedro. Me habéis sorprendido mucho y muy gratamente.
Espero este verano poder tener muchas buenas experiencias, poder visitar mi Cádiz aunque sea unos días a finales de Julio y poder veros a los gaditanos (Pedro, Manolo y David), poder ser capaz de estudiar y seguir luchando por esto, poder hablar todos los días con Belén aunque sea cinco minutos, poder pasar todo el tiempo posible con Sergio, poder tomarme algo de vez en cuando con Rubén, poder formar parte de los planes de mis amigas, poder disfrutar de mi familia y poder, simplemente, ser feliz.
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