sábado, 16 de octubre de 2010

Salida.

14/10/2010

If she had wings,
she would fly away


Tras un puente desesperante, agobiante, raro... Todo vuelve a la normalidad. O al menos no ha empeorado. De hecho casi podría decirse que ha mejorado considerablemente.

La semana ha sido un poco tonta. En realidad, bastante. ¿Sólo dos horas y media de clase en una semana después de un puente de cinco días? Parece una broma de muy mal gusto. Llevo casi todo el verano deseando que empiecen las clases para matar el aburrimiento y, de paso, las voces de mi cabeza; y ahora que por fin comenzaba el nuevo curso, aparte de empezar una semana más tarde que el resto del mundo, resulta que apenas he tenido 15 o 20 míseras horas de clase. Y lo necesito. Lo necesito porque me aburro mortalmente y estoy harta de darle vueltas a la cabeza de tanto estar sola.

He descubierto que estar en casa con una pareja y estar absolutamente sola es prácticamente lo mismo. Si además esta situación se repite un día, y otro, y otro, y otro más, pues una acaba amargada y encerrándose en sí misma. Es una sensación de "sobrar", de ser invisible, de inexistencia total y absoluta.

Sin embargo, después de la tormenta siempre llega la calma, y eso es alentador.


Tras esta oscura y terrible sucesión de catastróficas desdichas, he vuelto a tener una larguísima conversación con mi mejor amiga (cosa que no ocurría desde hacía meses), he tenido algo que hacer (como pasar apuntes a limpio o buscar información para un trabajo) y lo mejor de todo: me he pasado más de un día entero de barbacoa con mis amigos. No sé. Estoy ahora mismo agotada, pero me siento muy feliz. Tengo una opresión en mi pecho que lo inunda de felicidad, cariño y, sobretodo, una especie de satisfacción que no sé explicar muy bien a qué se debe, pero que me llena por dentro.

El largo día de barbacoa ha sido como la luz al final del túnel, como salir del agujero en que se estaba convirtiendo mi casa (y mi habitación). Necesitaba reírme hasta que me doliera la tripa. Necesitaba respirar otro aire. Necesitaba estar con más gente, con mi gente. Ha sido genial. Creo que cada vez nos lo montamos mejor. Además vivimos momentos que son inolvidables y esta vez hemos probado incluso cosas nuevas, como "Los misterios de Pekín" ("Pekín Expréss", según Manu) o el "Pictionary", que tenemos un arte dibujando que no veas.


Ahora, inmediatamente después de estos dos días inmensamente más felices que los anteriores, estoy sentada en el asiento 216 del coche 5 del tren de Media Distancia con destino Córdoba Central y parada en Posadas (entre otras muchas). Mientras el paisaje se mueve a 156 km/h tras esta ventanilla, pienso en agradables conversaciones transcurridas entre frutales y con discusiones de política de fondo. También en risas y planes futuros a las 2 de la madrugada en mi habitación, entre un montón de velas, quemadores, inciensos... En un fuerte y alentador abrazo en la estación de tren de Puerto Real, bajo miles de nubarrones y una lluvia insistente. Pienso en todo esto y no puedo evitar daros las gracias simplemente por iluminar la oscuridad con vuestras voces, sonrisas y muestras de cariño.

Está visto que todo lo bueno se acaba y después siempre vienen rachas considerablemente malas. Sin embargo, hay siempre gente, amigos, que están dispuestos a echarte una mano y a coserte las alas para que puedas volar.

Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario