martes, 22 de febrero de 2011

Mala costumbre.

Tenemos la mala costumbre de querer a medias, de no mostrar lo que sentimos a los que están cerca. Tenemos la mala costumbre de echar en falta lo que amamos. Sólo cuando lo perdemos es cuando añoramos. Tenemos la mala costumbre de perder el tiempo, buscando tantas metas falsas, tantos falsos sueños. Tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que en verdad importa y sólo entonces te das cuenta de cuántas cosas hay que sobran.

Hoy te daría los besos que yo por rutina a veces no te di. Hoy te daría palabras de amor y las caricias que perdí. Cuánto sentimos, cuánto no decimos y a golpes pide salir. Escúchame antes de que sea tarde, antes que el tiempo me aparte de ti. Hoy te daría los besos que yo por rutina a veces no te di. Hoy te daría palabras de amor y las caricias que perdí, cuánto sentimos, cuánto no decimos y a golpes pides salir, escúchame antes de que sea tarde antes que el tiempo me aparte de ti.

Tenemos la mala costumbre de buscar excusas para no desnudar el alma y no asumir culpas. Tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que en verdad importa y sólo entonces te das cuenta de cuántas cosas hay que sobran.


Gran canción de Pastora Soler, de cuyo nuevo disco esta melodía es el cuadro de presentación, el single. La estaba escuchando aquí, tirada en el sofá de mi casa de alquiler y no sé, me ha llegado. Creo que hay muchas personas que tienen esta misma mala costumbre. Yo entre ellas. Y es que decir lo que uno siente es algo muy difícil. ¿Cómo explicarlo para qué te entiendan, verdad? Personalmente me considero un auténtico desastre para expresar ese tipo de cosas: los sentimientos, los pensamientos, el estado de ánimo... Me resulta realmente complicado explicarlo de manera que alguien me entienda. Y supongo que no soy la única.

Cuando estamos inmersos en una relación, con decir "te quiero" un par de veces al principio, ya basta. Y yo creo que no es necesario decir lo que uno siente día tras día, pero sí de vez en cuando. Y muchas veces, encontrar el momento adecuado para sincerarnos con nuestra pareja es extremadamente difícil. Siempre suele pasar algo que nos incomoda y vemos esfumarse ese momento mágico que recién acababa de empezar. Imagínate que mañana tu pareja dejara de sentirse amada por ti. ¿Qué harías? ¿Decirle que la quieres? ¿Y por qué no lo has dicho o demostrado antes? Un gesto de cariño, de amor, en ciertas ocasiones puede cambiarlo todo. Tenemos que abandonar esta mala costumbre de no apreciar lo que tenemos a nuestro lado, lo que de verdad importa. Debemos aprender a no echar de menos, hacer que no sea algo necesario en nuestra vida. Por ejemplo, yo todos los días echo de menos a una persona distinta y pienso "¿por qué no le diría tal cosa?" o "¿por qué no hice esto?". Y la verdad es que eso me entristece y se me nubla el día aunque en la calle brille el Sol.

Paso por una rara etapa de mi vida. Incluso uno de mis amigos me lo ha comentado "Estás muy rara". Pero es que me pasan cosas que me desconciertan, me pierden, me nublan la vista. Y es muy complicado asumirlas de un día para otro sin que afecte a la imagen que doy a los demás. No puedo fingir que estoy a gusto con alguien o en cierta situación si no lo estoy. Es imposible para mí. Soy demasiado transparente quizás, pero es parte de lo que soy. No sé... Es una época un poco extraña. Digamos que no me siento cómoda en determinadas situaciones y, si a eso le sumamos otros factores, el resultado es incomprensible en mí, que siempre intento abarcar los problemas de otra manera muy distinta. Ahora no. Ahora me estoy aislando del tema. Hago como que las personas que no me gustan no existen, ignoro al que me mira, me es indiferente el resto del mundo. He creado una especie de burbuja donde he introducido las cosas importantes para mí. Y aún así, hay ciertos temas que no consigo solucionar. ¿Cómo voy a ir a clase si odio las asignaturas de este cuatrimestre? Y no es que no me gusten, no. Es que las odio, literalmente. Ir a clase es un suplicio que afronto como buenamente puedo, con la esperanza de que en junio me vaya mejor de lo que me ha ido en febrero. Pero no tengo demasiadas esperanzas. Ya no tengo nada que perder, en realidad. Estoy adoptando una actitud práctica.

En fin... Todo lo que tengo por dentro para mí se queda, y no es poco. Algún día reventaré y la liaré. Por ahora, nada. Sigo con la mala costumbre de no decir lo que pienso ni lo que siento ni nada de nada. Pero, desde luego, no lo aconsejo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario