miércoles, 2 de febrero de 2011

Una canción para cada instante.

No sé como salí, no sé cómo emergí de aquel mar de dudas.
El agua era oscura
No podía flotar, no podía encontrar lugar dónde asirme.
No ví tierra firme.

Aquí estoy bien, aquí estoy bien.
Todo lo que quiero está aquí.
Y si me lo pides, me quedo. Y si me lo pides, me quedo.

No sé qué hay más allá, no me paro a pensar
si el viento canalla me roba la playa.
Sólo quiero sentir que tú sigues aquí.
Me envuelvo en tu aliento viviendo el momento.

Aquí estoy bien, aquí estoy bien.
Todo lo que quiero está aquí.
Y si me lo pides, me quedo. Y si me lo pides, me quedo.

Luz Casal, Aquí estoy bien.

Escucho esta canción y recuerdo por qué estoy aquí, qué estoy haciendo y por qué lo hago. De vez en cuando, no está mal recordar ese tipo de cosas. Antes de que se nos olviden y nos dejemos llevar de nuevo. Salir a flote nunca es fácil, pero una vez que has encontrado las fuerzas para hacerlo, ya no olvidas el procedimiento.

Mientras estudio escucho música, canto, tarareo, escribo, de vez en cuando dibujo, tomo notas, etc. La música siempre me da distintos mensajes aptos para encontrar fuerzas para continuar en distintos momentos. Me entusiasma, me hace sonreír, me anima. Además de todo eso también me relaja, me hace pensar que mientras haya música toda tarea será siempre menos pesada y más llevadera. Con música no me disgusta hacer nada. Puedo pasarme 7 horas seguidas estudiando sin parar si tengo música en mis auriculares, que generosamente me alejan del mundo.

¿Qué tipo de música? Da igual. Depende mucho de cada actividad, estado emocional o apetencia. Es como si tuviéramos un enorme buffet en el que podemos elegir cualquier canción dependiendo de nosotros mismos.

Hay una canción para cada momento y para cada persona. Para cada sensación, para cada encuentro, para cada actividad, para cada día... Y es genial tener toda esta variedad de canciones en mi mente. Canciones que me rodean como una fuerza invisible pero poderosa que me empuja hacia adelante sin dejar que me hunda. He llegado a un punto en el que aunque no esté escuchando música, si lo deseo puedo escucharla en mi mente. Pues conozco cada nota, tono, melodía y letra de casi todas las canciones que conozco. Lo considero un privilegio. Igual no tengo memoria para muchas cosas, pero para las canciones y los números, soy única.

¡A estudiar, se ha dicho! Pero con música deleitando mis oídos, mis ánimos y estimulando mi mente. :)

Cómo me gustaría poder rendir mi alma,
despojarme de las ropas que se han convertido en mi piel,
entender al mentiroso que arde dentro de mis necesidades.
Cómo me gustaría haber elegido la oscuridad del frío.
Cómo deseo gritarlo en voz alta
en vez de no encontrar sentido alguno.

Supongo que es momento de correr lejos, muy lejos;
encontrar consuelo en el dolor.
El placer me da lo mismo, sólo me esconde de los problemas,
esconde mi verdadera condición como Dorian Gray.
He escuchado lo que dicen, pero no busco problemas.
Son más que sólo palabras.
Simplemente son lágrimas y lluvia.

Cómo me gustaría atravesar las puertas de mi mente,
tener los recuerdos al alcance de la mano,
que me ayudaran a comprender los años.
Cómo me gustaría elegir entre cielo e infierno.
Cómo deseo salvar mi alma. Estoy helado de miedo.

James Blunt, Tears and Rain.

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