viernes, 13 de mayo de 2011

Adelante.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

(Proverbios y Cantares, XXIX. Antonio Machado)

La vida es una línea recta de sucesos que hacen que tu humor oscile por encima o debajo de ella, dependiendo de tus circunstancias. Hay días mejores y días peores. Hay triunfos y fracasos. Subidas y bajones. Risas y lágrimas. Hay de todo. Sin embargo, en muy poco tiempo he aprendido algo muy valioso: en esta vida, no puedes dejar que te supere NADA. Absolutamente nada: ni los fracasos, ni las circunstancias, ni los bajones… Nada. El hecho de ser lo suficientemente fuerte para afrontar todo lo que venga sin vacilar y con la cabeza alta, te convierte en una persona fuerte. Y eso es, precisamente, lo hace falta ser para sobrevivir en este mundo de locos.

Hay muy pocas personas poblando en la Tierra… y demasiada gente. Desde mi punto de vista, se han perdido los valores y la concienciación por completo. Yo me miro por dentro y no veo lo mismo que percibo en los demás. Y me siento algo rara y un poco perdida. La gente ya no cree en nada que no esté regido por el dinero, por el consumismo, y, sobretodo, por el egoísmo. Y, sólo parándonos a pensar un poco, nos es fácil ver que no tenemos derecho. Creemos que lo sabemos todo, pero en realidad no tenemos ni idea de nada. Y no es porque no se informe, es porque no hay más ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no quiere oír. Con nuestros pequeños triunfos personales, nos vamos haciendo cada vez más egoístas, olvidándonos de que hay más cosas ahí fuera. No somos uno sólo, somos un todo, una población, un planeta, una especie. No somos individuos, no deberíamos vernos como tal. Pero, como ya comentaba antes, el egoísmo es algo que, desgraciadamente, predomina sobre los valores fundamentales que deberíamos tener el ser humano. Y es algo que nos induce a encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros bienes, en nuestra familia, incluso en nuestra ciudad. No podemos ser así. No podemos estancarnos, porque eso nos hace envejecer antes de tiempo. Tenemos que movernos, que ver mundo, que descubrir valores y personas nuevas. No podemos quedarnos quietos, mirando nuestra vida pasar, esperando a que ocurran las cosas.

Me he dado cuenta de que tengo una cosa que la gente no suele tener: las cosas bastante claras. Tengo planes, ideas, ideales, valores, ilusiones, proyectos… Y todo ello me impulsa a seguir viviendo desesperadamente, cambiando mi forma de ser para adaptarme a las circunstancias que me rodean. Eso sí: sin perder nunca la esencia que contengo en el fondo de mi alma. Si no tuviera tanto cariño alrededor, si no tuviera planes de futuro, gente a la que quiero cuidar, gente que quiero ver crecer, lugares que deseo conocer, historias que ansío descubrir… no podría seguir. No encontraría las fuerzas.

Cierto es que he caído muchas veces (casi todas reflejadas en este blog), pero no me arrepiento de casi nada. Estoy muy contenta conmigo, tengo totalmente tranquila la conciencia, no tengo cuentas pendientes. En mi vida, puedo decir que están todas las cartas sobre la mesa, y eso es algo que me enorgullece porque normalmente las personas tienden a esconderse ases bajo la manga, a ocultar muchísimas cosas a los demás. Pero yo no quiero ser así. No soy así. Me gustan las cosas claras, duelan o no. Me gusta la verdad, la sinceridad. Es algo que valoro por encima de casi todas las demás virtudes de cualquier otra persona. Yo me equivoco, porque soy humana, como todos. Pero soy capaz de ver mi error, volver atrás, agachar la cabeza y pedir perdón. No todo el mundo hace eso. De hecho, no lo hace casi nadie. Y me da coraje, lo reconozco. Me pone de mala leche el orgullo. No lo soporto. ¿Orgullo para qué? ¿No es más gratificante, bonito y conciliador ser sincero, reconocer el error, pedir perdón? Pues parece que no. Pero para mí sí.

Por todo esto y muchas cosas más, he decidido llevar mis planes a cabo. Todos ellos con ilusión, entusiasmo, fuerza, ánimo y, sobretodo, con todo el amor del mundo. Porque las cosas que no se hacen de corazón, con cariño, con amor, no van nunca a ninguna parte. Y está comprobado.

Quiero aprovechar con esta entrada para poner de manifiesto que, aunque parezca que a veces flaqueo, nunca me dejaré derribar de nuevo. Puedo tener momentos de flaqueza, pero juro ahora mismo a todas las personas que quiero, que los superaré sin miedo y con fuerza. Nunca más me caeré de esa forma. Ahora sólo queda empezar a llevar a cabo mis planes. Y lo haré. Porque he abierto los ojos y he visto que no merece la pena quedarse sentada, viendo la vida pasar, lamentándome de ciertos acontecimientos. Yo no podré cambiar el mundo, pero sí mi mundo. Y pienso hacerlo día tras día. Sin descanso. Desde ahora y para siempre.

3 comentarios:

  1. Ansiosa estaba de escuchar estas palabras, has madurado muy deprisa y a golpes,no te preocupes, siempre hay una primera vez, estoy convencida de que a partir de ahora, todo será más fácil.Estoy muy orgullosa de tí.Un besazo, animo y adelante, siempre adelante

    ResponderEliminar
  2. Ya era hora de levantar un poco la cabeza, ¿no? Ya sabes que soy incansable y seguiré a jierro caminando hacia adelante, aunque sea en medio de una terrible tormenta. Ya sé dónde encontrar las fuerzas. Y estoy decidida a cumplir mis muchísimos planes :)

    ResponderEliminar
  3. Por cierto... Te quiero, ¿lo sabías? Eres lo más grande de mi vida!!

    ResponderEliminar