lunes, 28 de junio de 2010

Adiós.

Dice Sabina en una de sus canciones "¿Cómo pudo esto sucederme a mí?". Pues bien, ahora mismo me estoy haciendo yo esa misma pregunta. No sé cómo, no sé qué hice tan mal, no sé por qué me merecía esto. No sé nada. Sólo sé que al darme dos besos hace menos de media hora, he sentido que se iba de mi vida para siempre. Y me he querido morir allí mismo. Me he sentido fatal.

Después de tantas risas y llantos juntas, después de tantas conversaciones y problemas que hemos intentado solucionar, después de casi dos años luchando porque esta amistad saliera adelante, después de que hayas sido uno de mis apoyos más importantes en los malos momentos, después de que te perdonara que no estuvieses ahi cuando nuevamente te necesité, después de habernos emborrachado juntas infinitas veces cuando salíamos de fiesta, después de haber observado mutuamente y en silencio nuestros cambios, después de haber pasado tardes y tardes viendo películas, después de habernos reído de la gente y del mundo, después de haber alborotado a media residencia cantando canciones de Grease y bailándolas subidas en mi cama, después de habernos regalado mutuamente tantos momentos de felicidad infinita e indescriptible... Después de todo, ya no hay nada.

Otro golpe más en mi vida. Otro nuevo adiós, que debería serme indiferente pero que me duele mucho más de lo que cabía esperar. Se ha ido, y con ella se ha llevado otro trocito de mi corazón, otro pedacito más que he perdido por el camino de la vida. Siento que sin ella, realmente siempre me faltará algo, nunca seré completamente feliz. Estoy empezando a pensar que pongo demasiado corazón en todo lo que hago. Quizá no debería arriesgar tanto, porque después me destrozan.

Es cierto que me ha hecho mucho daño (queriendo o sin querer) pero también me ha regalado algunos de mis mejores momentos desde que llegué aquí. Me muero de la tristeza al recordar cada momento. Me siento tan vacía de repente... No sé que hacer. ¿Me seco las lágrimas, levanto la cabeza y digo (una vez más) que estoy bien? No puedo. Pero sé que tampoco puedo quedarme aquí, sentada, llorando por no haber sabido arreglarlo una vez más. Siempre yo, siempre yo arreglándolo. Siempre. Para nada. Al final esto ha terminado de la peor forma posible y supongo que siempre me culparé por ello.

Quizás a ella no le importe. Quizás yo no sea nada importante en su vida. De hecho, no debo serlo porque le ha costado muy poco trabajo dejarme de lado, echarme de su vida. Eso me hace sentir aún peor. Pero yo soy como soy. Una completa imbécil. Y la sigo queriendo. A pesar de que sea una niñata inmadura. Me da igual.

Da igual todo, en verdad. Últimamente los golpes no paran de llegar hasta mí. Pero seguiré luchando por superarlos, aunque haya momentos como ahora en los que me sienta fatal.

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