viernes, 24 de agosto de 2012

Límites.

¿Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar? 
Peces de Ciudad, Joaquín Sabina.  

¿Qué haces cuando ya las lágrimas se te acumulan de tal manera que te ahogan? ¿Qué haces cuando se te corta la voz porque sientes demasiadas cosas a la vez y es imposible decirlas todas? ¿Qué haces si sientes que tu vida te supera, que tus expectativas sean tal vez demasiado altas, que el mundo se derrumba a tu alrededor y te toca a ti sostenerlo?

No puedo más. No puedo sostener más cosas porque me están aplastando. No quería cargar con nada más, no quería participar. Sólo deseaba saber, conocer, pero nada más. No quería involucrarme y que me pasara esto. Pero, de alguna forma, sé que era inevitable. Y lo asumo. Pero todo esto es muy duro. Hay demasiadas cosas que no asumo, que me duelen, que me marcan, que me hacen daño, que me desgarran el alma en dos, que me ponen de mala leche, que me estresan, que me agobian que me hacen cuestionarme muchísimas cosas. Y no quiero. Estoy harta.

Estoy harta de sentir tantas cosas y de tener que actuar como un robot, como si no me afectase nada. Odio construir esos muros a mi alrededor, porque me convenzo de que las cosas no me duelen y, cuando se derrumban mis defensas, todas esas cosas que han ido pasando me duelen todavía más. Y así. Me hundo. Y lloro a mares, pero tiene que ser a solas, porque si lloro delante de los demás nadie lo entiende. Porque yo me creo que soy fuerte y que no me afecta nada, pero los demás también lo creen. De hecho, les conviene creerlo. Si piensan que soy fuerte, es como que reúnen fuerzas ellos también. Pero es que lo que he tenido que aguantar durante los 4 o 5 últimos años ha sido demasiado. En todos los aspectos de mi vida. Nada es como era. Todo ha cambiado tan drásticamente que me da hasta miedo pensarlo.

Y aquí estoy, luchando contra el ventanal. Alternando ataques de hiperactividad, agotamiento profundo, dolores de todo tipo y ataques de ansiedad. No sé a dónde voy a llegar o hasta qué punto aguantará mi cuerpo el estrés al que lo estoy sometiendo, pero así no puedo seguir. Me queda el consuelo de pensar que dentro de 9 días estaré lejos de aquí, me habré ido a Jerez a preparar los exámenes. Y aún así, eso me hace sentirme un poco (bastante) culpable porque entonces la que se queda con toda esta mierda encima es mi madre... ¿He dicho ya que no puedo más?

Todo tiene un límite. Me pregunto dónde cojones estará el mío. Para todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario