miércoles, 8 de febrero de 2012

Si hay Dios.

Podrás llevarte aquellos que me importan, despojarme de mis ropas, desviarme de la luz... Podrás llenar de oscuridad mis sueños. Podrás porque eres tú.

Podrás romper de nuevo el juramento, deshaciendo las cadenas que de ataron una vez... Pero dame tú el valor, que tengo miedo. ¿No puedes darme una esperanza pa' arrancarme al fin las ganas de seguir por ti buscando entre mi almohada, que es una dama blanca?

(ESTRIBILLO)

Podría haberte dicho que me importas, eso y un millón de cosas. Pude hacerlo y no lo hice, no sé por qué. Será porque es más fácil escribirlo o demostrarlo que montar un numerito de esos de fatalidad, según lo que establece el reglamento del aparentar.

Podría haber llorado un mar de lágrimas saladas, arrojarme a los abismos y partirme en dos el alma, desatar la tempestad y el huracán de mi garganta y confesar desesperado que no puedo con mi rabia aunque en mi actitud no soy tan evidente... No puedo sufrir más...


El dolor cuando es por dentro, es más fuerte. No se alivia con decir se va la gente... Lloraré, sí señora, como el tímido rocío del clavel, en mi soledad... Y esta vez todos se irán (¡ya lo sé!) a tu lado en cada golpe, como lo hacen las orillas y la mar... Como lo hace el campo y el agua que lloverá.

Podría ser más educado, pero el alma sólo entiende de emoción. Y si hay Dios, seguro entiende de emoción.

(ESTRIBILLO)


Tenía que dedicarle una entrada especial, con toda mi admiración, adoración y cariño, a esta maravillosa letra cantada por Alejandro Sanz en su disco Más (1997). Las partes que he señalado en "negrita" son las que más me gustan. Aunque, en realidad, es toda la canción, en su conjunto lo que me fascina.

Me llena de una manera impresionante, me arrastra con su fuerza, me acelera el corazón, me corta la respiración... En fin. Es una de las canciones de las que confieso que estoy locamente enamorada.

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