martes, 14 de febrero de 2012

Un día...


... como otro cualquiera, apareciste en mi vida. Y llegaste para no irte nunca más.

Son muchos años los que hace que nos conocemos, muchas las cosas (buenas y malas) que hemos vivido juntos. De la mano hemos reído, llorado, soñado, viajado, bailado, admirado... en definitiva, de la mano hemos vivido experiencias inolvidables desde que nos conocimos. Siempre creíste en mí, me dedicaste una sonrisa alentadora, me diste un abrazo de apoyo...

Me has hecho reír y llorar. Me has visto observar cosas tan hermosas que me cortaban la respiración. Me has dado mil besos en apenas 3 o 4 años. Me has abrazado sin preguntar. Me has tomado la mano para aportarme seguridad. Me has enseñado miles de millones de cosas, de sensaciones, de sentimientos que jamás había conocido antes. Me has aportado cientos de experiencias que nunca olvidaré, porque contigo fue especial. Porque sí: has sido el primero en muchísimas cosas (puede que incluso más de las que imaginas).

Aún recuerdo algunos días en los que aparentábamos ser sólo amigos, correteando por las esquinas para regalarnos un beso a escondidas. O cuando, en medio de un grupo de gente, nos dedicábamos miradas que delataban lo que sentíamos.


No sé cómo pudiste enamorarte de aquella niña de 14 años, con la cabeza llena de pajaritos, con miles de sueños relacionados con la música, bastante irresponsable y arriesgada, increíblemente soñadora, sin tener un futuro claro... Era una alocada adolescente que pretendía ser libre y vivir su propia vida sin darse cuenta de que, tal vez, no era bueno correr demasiado. Estaba en plena adolescencia. Estaba medio loca. No sabía nada de la vida ni de la mitad de las cosas de las que sé ahora. Puedo (y puedes) decir que me has visto crecer. Los cambios más importantes y determinantes de mi vida, los has presenciado de cerca. Me has visto madurar, cambiar, planear, avanzar... Es algo muy bonito.

La verdad es que no me dí cuenta hasta mucho después de conocernos de que sin ti, mi vida ya no sería lo mismo. Empezaste siendo un conocido, después un amigo, más tarde uno de mis mejores amigos y luego... luego perdí el control de mis sentimientos. Me empecé a asustar de lo que sentía por ti. Pero ya no podía vivir sin ti.

Quiero decirte, tal vez por ser hoy o quizá porque me siento excesivamente romántica, que sin ti mi vida no sería lo mismo. Si tú no estás, siempre faltaría algo en mi vida. Siempre estaría... incompleta. Nadie reemplazaría el hueco que dejarías en mí, porque no conozco a nadie capaz de hacerme sentir lo que tú me haces sentir con sólo mirarme o estar cerca de mí.



También quiero darte las gracias. Gracias por haber aparecido. Gracias por haberte enamorado de mí hace tanto tiempo y haber esperado pacientemente nuestro momento. Gracias por insistir. Gracias por hacerme sentir completa. Gracias por todo lo que hemos compartido juntos. Gracias por haberme hecho tanto (tantísimo) daño. Gracias por cada momento inolvidable a tu lado. Gracias por todo, mi amor.

Tal vez no lo seas todo en mi vida, pero eres FUNDAMENTAL.

Te quiero. Ayer, hoy, mañana y SIEMPRE.

No hay comentarios:

Publicar un comentario