martes, 7 de septiembre de 2010

Archivo de palabras tristes. I .


¿Cuántos gramos pesa mi alegría?
¿Cuánto pesa el miedo a ser feliz?
Nunca me he sentido tan perdida,
Y a ti tan lejos de mí.


Pues sí, me dejé llevar por la tontería de pensar que te quería un poco más que a mí. Pero no. Me doy cuenta de que no. Simplemente, he descubierto que en esto del amor a veces se debe ser un poco (o bastante en algunos casos) egoísta.

¿Mi problema? Pues que no sé ser egoísta.

Tengo una tendencia considerablemente importante de pensar siempre en los demás más que en mí misma. No puedo evitarlo. Soy así. Pero a pesar de eso, me he dado cuenta de que necesito amor, cariño, en mi vida. Y me resulta muy triste el hecho de no poder recibirlo de la persona que espero.

Aún así, no todo es tan triste. Tengo que pensar que, afortunadamente, estoy rodeada de personas que me brindan abrazos y besos sin yo pedirlo, sólo viendo que no estoy bien. David, Belén, Patri, Isa, Alma... ¿Qué decir?

Es increíble que algunas personas se den cuenta de este hecho tan fácilmente y otras estén tan sumamente sordas que, ni aún gritando que estoy muriéndome lentamente por dentro, me escucharían jamás. Y sólo cuando ven las lágrimas asomando en mis húmedos ojos, luchando por salir y yo luchando por contenerlas, sólo entonces notar la tormenta y la oscuridad presente en mi interior y sus raíces. Triste, sí, pero cierto, también.

Soy difícil. ¡Menuda novedad! Cuéntame algo que no sepa yo y que no sepas tú. Yo soy como soy, caótica, romántica, soñadora, a veces incomprensible, liberal, cariñosa, variable, algo desequilibrada, bohemia, luchadora, empática, versátil, música, magia. Eso soy yo. Pura magia que puedes o no entender, que puedes o no amar.

Pero ¿qué le voy a hacer? Es mi personalidad. Soy yo, enteramente yo. Y me quiero, y me gusto. Y no me da la gana de que nadie me haga odiarme a mí misma por mi forma de ser. No me resigno a eso de ir cambiando poco a poco mis tendencias corporales por culpa de nadie. Porque no. Porque yo soy yo y mis circunstancias y eso debe ser respetado, amado, compartido, por la persona que me acompañe. Si no lo haces, no me amarás, ¿no crees?

Si quiero dar un abrazo a quien sea, lo daré (y muy fuerte, por cierto), y si me apetece darle un beso a alguien, también lo haré. Porque lo necesito, porque así soy yo. Porque necesito dar amor y cariño y recibirlo en cantidades industriales. Si no puede dármelo la persona que me acompaña, quizás esté con la persona equivocada. Quién sabe.

Y si ese es el caso, más vale acabar ahora, que estamos a tiempo de no hacernos demasiado daño, que seguir con esta falsa.

Si me quieres, me harás reír, no llorar. No tendré que pedir perdón, ni tú tampoco porque nunca me harás daño (consciente o inconscientemente). No tendré que mirar con envidia a otras parejas. No tendré que estar continuamente esperando a que salga algo de ti, que sé que no va a salir. No será necesario reprimir un abrazo ni un beso. Es más, bastará una mirada. Nos amaremos con la mirada, nos besaremos con la mirada, haremos el amor con la mirada. Y sería todo tan fácil. Sólo tendrías que amarme. No entiendo qué haces aquí, parado, mirándome.

¿No ves que mi mundo se destroza con cada palabra tuya? ¿No sientes cómo cada lágrima va cargada con todo mi dolor? ¿Eres incapaz de acercarte para darme un simple abrazo? ¿No puedes tan siquiera besarme y decirme que todo va a estar bien, que lo sientes y que siempre vas a estar a mi lado? No. Y eso me hace pensar demasiadas cosas. Y una vez más, duele. Y lloro. Y descargo mi frustración, mi decepción, mi rabia, mi dolor, todos en esas lágrimas que frágilmente caen sobre mis mejillas.

Pero si no sientes amor, será mejor separar nuestros caminos, al menos un tiempo. Pues deberás decidir si me quieres realmente, tal como soy, o no.

Te amo, pero no puedo estar con alguien que no me demuestra su cariño de manera que yo lo note. Necesito compartir. Amar es compartir. Y nosotros no compartimos nada. Y este hecho me entristece profundamente. Porque yo sí que te amo.

Busco respuestas en mi absurda e insoportable soledad, llena de cosas tan discordantes como la música Linking Park y 30 Seconds to Mars (para descargar rabia), los primeros capítulos de Hospital Central (para matar el tiempo), un Solitario (para compensar mutuamente nuestra común soledad), mis dos Blogs (para poder expresar esto que siento y mis sueños más recónditos), y, por supuesto, el Tuenti (para poder cotillear la vida de otras personas).

Busco respuestas, sí, pero no las encuentro.

Así, un día más me aferro a mis mayores vicios en los momentos bajos: el helado de chocolate blanco del Mercadona, el tabaco, la música de mis amados 30 Seconds to Mars o mis adorados Coldplay, y algún libro de Laura Gallego que me haga soñar con mi querido Jack o algún otro personaje maravilloso, que me lleve lejos de aquí. Que me ayude a escapar de esta realidad tan poco esperanzadora a la que dentro de poco me tocará enfrentarme.

Mi soledad me ama.

Pero yo la odio cuando me hunde de esta manera.

No estamos con una determinada persona y por eso le abrazamos, besamos o pasamos tiempo con ella; sino que la necesidad de abrazar, besar o simplemente no poder vivir sin estar con una persona es lo que nos hace permanecer a su lado. Siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario