sábado, 11 de septiembre de 2010

Secretos...

Hay una canción cuya letra compuso mi escritora favorita, Laura Gallego. Se llama "Beyond" y es una canción que me viene ahora mismo bastante bien, o al menos, algunas de sus estrofas.

Comenzaré por una que dice así: “Now you feel so lost in the dark, wondering if this is all, if there’s something beyond” . O lo que es lo mismo en español: “ahora te sientes tan perdida en la oscuridad, preguntándote si esto es todo, si hay algo más allá”.

Y efectivamente. ¿Hay algo más allá? ¿Por qué razón, por qué motivo me siento tan vacía? Tengo la agobiante sensación de que falta algo en mi vida. Y lo peor es que creo que es el amor.

Ahora que lo pienso, prefiero ho escribir más cosas sobre la canción aquí y ahora, pues prefiero que la descubráis vosotros mismos.

Y hablando de Laura Gallego...

A menudo sueño con personajes que después voy incluyendo en mis historias.

Uno de ellos, del cual no conozco el nombre, es un chico alto, rubio, de penetrantes ojos verdes. Es un chico increíble. Todas las noches antes de dormir le pido que se acurruque a mi lado. No puedo verlo, pero puedo sentirlo como una fresca brisa que acaricia mi espalda cuando me abraza dulcemente. No hablamos directamente, sino con la mente. Nos comunicamos con pensamientos. No nos amamos, o al menos no exactamente. Es mucho más. Es una relación de compenetración mutua. Él es mi conciencia. Conoce todos mis secretos. Me reprende cuando hago algo mal y, a pesar de que yo intente justificarme, es en vano, pues él me hace ver la situación tal y como es. Sin más. A veces le pido que me deje visualizarlo en mi mente. Y lo hace. Se presenta ante mí con una sonrisa resplandeciente, increíble. Y yo me siento protegida, como si nada pudiera dañarme mientras él me abraza en la oscuridad de una manera tan dulce que todos los males parecen muchísimo más pequeños. Es tan impulsivo, tan dulce, tan inocente a veces, tan valiente ante todo… Es increíble.


Laura Gallego describió en Memorias de Idhún a mi compañero, a mi conciencia, a mi amigo invisible. Describió a Jack. Y para mí fue suficiente para amar aquel libro por encima de todos los demás. De hecho, el primer capítulo se llama como él: Jack. Cuando descubrí esta obra, pensé que había sido casualidad, pero, como soy muy curiosa, investigué sobre los orígenes del personaje en la obra de esta autora y me sorprendió enormemente enterarme de que el personaje está basado en un amigo invisible que tenía Laura cuando era más pequeña. ¿Cómo podía ser posible? No conozco personalmente a Laura Gallego, pero desde el día en que fui consciente de esta casualidad, me sentí totalmente compenetrada con ella. Ambas teníamos un amigo invisible. Y ambos tenían la misma apariencia física y varias cosas en común en su personalidad. Jack. Ojala fueras real, aunque nunca te fijaras en mí. Ojala existieras.


Otro personaje que describí en mi mente es el de un chico moreno, de cabello muy largo y liso, y ojos de color marrón miel que regalaban miradas tan intensas que desconcertaban a aquel que las recibiera. Un chico taciturno, pensativo, misterioso. Un chico que habla con la mirada, pero que a veces es algo frío sin darse cuenta. Sin embargo, cada vez que me sonríe en mis sueños, siento que me estalla el corazón en mil pedazos. Es un chico tranquilo, callado, algo oscuro a veces, desconcertante en otras ocasiones. Muy completo, sí señor. Además tiene una pizca de romanticismo clásico capaz de enloquecer a cualquier chica (incluida yo). Cuando estoy con él, no hacen falta las palabras, simplemente miramos el amanecer o el atardecer desde alguna infinita playa y nos miramos. No es necesario nada más. Él me sonríe, yo apoyo la cabeza sobre su hombro y él acaricia dulcemente mi pelo mientras el viento hace ondear el suyo. Sus labios son carnosos, sus dientes perfectamente blancos, su piel algo clara. Me vuelve a mirar y puedo descubrir en sus ojos una ternura tan infinita como el mar que contemplábamos hace unos segundos. Esos instantes, aunque sólo sean en mis sueños, hacen de cada noche un momento mágico.



Después está otro chico, sólo uno más, al que suelo llamar Erik por su considerable parecido con el príncipe de "La Sirenita" de Disney. Es un chico alto, moreno, con el pelo parecido al de Jack pero totalmente negro. Sus ojos son dos zafiros deslumbrantes de alegría, pues es un chico optimista, soñador, bromista, músico, algo bohemio y, sobretodo, protector. Él nunca me dejaría derramar una lágrima, por muy mal que esté. Siempre me haría sonreír antes, me acariciaría suavemente la mejilla (como tantas veces ha hecho ya) y me prometería que todo pasaría y que la luz llegará. Le sueño casi siempre despierta, cuando pienso en las musarañas, cuando veo películas románticas o escucho baladas de amor. Bailamos en nuestro mundo imaginario, a la luz de las velas, y me regala una sonrisa pícara que es capaz de hacerme perder la consciencia del espacio y del tiempo. Juntos observamos las estrellas, apoyados sobre la barandilla de nuestro balcón, a las afueras de una gran ciudad, lejos de la contaminación lumínica. Él siempre me cuenta mitos y leyendas de la Antigua Grecia. Ambos amamos la mitología griega y discutimos largamente sobre los dioses de aquella época, compartiendo también algunas opiniones sobre los mortales que se atrevían a desafiar a los dioses como Zeus, Atenea o Ares. Algunas veces, sólo viene, se sienta a mi lado, me mira, me da un beso en la mejilla para que sonría y se va. Suele ocurrir cuando veo en la tele alguna escena conmovedora o romántica. Creo que viene en esos momentos para que no me sienta sola. Pero a veces no se da cuenta y no aparece, y mi soledad me abraza. La sonrisa de Erik, creo que podría iluminar cualquier oscuridad. Él es como un enorme y radiante Sol que ilumina mis sueños, mis ideas, mis anhelos, mi mente y todos y cada uno de mis sentimientos. Él siempre me anima a soñar, a no dejar que se me escape esa dulzura tan propia de mí. Siempre lucha contra las sombras de mi corazón por y para mí. Destierra las tinieblas con una facilidad sorprendente y admirable. Sin miedo. Erik me hace no tener miedo. Combate mi soledad con tanta fuerza que me siento estúpida por creerme sola y perdida en este mundo. ¿Por qué iba a estarlo si siempre que lo desee puedo escapar al nuestro propio y ser feliz a su lado, con nuestras estrellas? Erik es luz de la Luna más llena y pura que se pueda imaginar.




Como decía al principio, ahora mismo me siento perdida en la oscuridad, y normalmente sólo me acompaña el segundo chico al que he descrito. El chico de mis sueños. Él me entiende, me acompaña en mis largas reflexiones sobre el mundo que me rodea y sobre mí misma. Es todo un filósofo. Me entiende. Sólo me mira, asiente y me abraza, porque sabe que lo necesito. Pero en realidad, en estos momentos, necesito más que nunca a Erik, para que destierre de nuevo la oscuridad, para que me ilumine con su luz. Para que me haga sentir que todo va bien y que nada va a pasar.

Claro que todo esto cambia por las noches, cuando mi Jack me abraza para ayudarme a dormir. Si no fuera por él, no sé qué haría.

Me siento incomprendida por la mayoría de la gente que me rodea. Diez meses, sólo pienso eso. Diez meses esperando a que ocurriera algo que no ha ocurrido. Pensaba que había encontrado a la persona adecuada, que podía superarlo todo. Pero no. Me siento tan decepcionada que nada más de pensarlo se me forma un nudo en el estómago que no me deja apenas respirar con normalidad. Lo peor es el dolor. Un dolor tan profundo que no se puede expresar con palabras. Recuerdo cuando se fue. Me quedé en la puerta y la cerré. Durante unos segundos contuve el aliento, pero después mis lágrimas se apoderaron de todo mi ser y el dolor fluyó. Deseaba gritar, golpear algo. Sentía (y siento) tanta rabia porque no hubiera salido bien que creo que voy a estallar.

No lo encuentro. No encuentro eso tan maravilloso que llaman “amor”. ¿Qué es? ¿Dónde está?

Es horrible confesarlo, pero envidio muchísimo a las parejas que veo por la calle, de la mano, besándose, abrazándose. Les envidio profundamente. No puedo evitarlo. Quiero sentir eso. Quiero sentirme amada y sentirme libre de corresponder con lo mismo. Pero no puedo. No tengo a nadie. Estoy sola. Completamente sola.

Estas son mis cicatrices y son parte de mi vida.
Y seguiré sola.
En medio de la nada, se me antoja este mundo al revés.
Sola, perdida en esta rabia se me escapa la vida otra vez.
Sola, que nadie me hace falta para alzarme en un vuelo
y volver a empezar.

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