jueves, 11 de noviembre de 2010

Hace algún tiempo...

Estaba nerviosa.

Sabía que iba a pasar, pero quería evitarlo a toda costa. No sabía que hacer. Temblaba levemente y esperaba que él no lo notase.

Sus caras estaban muy cerca, demasiado, quizás.

Un escalofrío recorrió su espalda, pero se esforzó por disimularlo intentando no estremecerse en los brazos de él, que la rodeaban llenándola de calor.

No era el momento, no estaba preparada.

Se intentó retirar un poco, pero hacía frío. Además los brazos de él la aprisionaban firmemente, como si no quisiese dejarla escapar por nada del mundo.

Lo entendía, también ella había sentido algo parecido en distintas ocasiones. Era un repentino e intenso deseo de detener el tiempo, de evitar que aquel momento acabase. Pero en aquellos precisos instantes que se le hiciero raramente eternos, no deseaba parar el tiempo. Al contrario, deseaba acelerarlo.

Y no es que no estuviera a gusto con él, no. Es más, le ocurría justamente lo contrario. Lo que le pasaba era simplemente que no podía dejar que pasase, que se abriese una puerta que aún no estaba preparada para cruzar.

Notó cómo el abrazo se aflojaba un poco y aprovechó para separarse un poco de él, siempre suavemente. Le dió un beso en la mejilla y sonriéndole le deseo buenas noches.

Él la miró de una forma que resultaba difícil descifrar. Pero ella era especialista en descifrar miradas y gestos de la gente. Y sabía todo lo que contenía aquella mirada. Lo sabía perfectamente. Aún así lo ignoró. Fingió (aunque le costó mucho) que no había visto nada y, haciendo un gesto con la mano se despidió por última vez.

No miró hacia atrás, aunque tampoco le hacía falta para saber todas las dudas, sensaciones, pensamientos que había dejado impresas en el alma del chico.

Llegó a casa y se dejó caer pesadamente en uno de los sofás. Se sentía mal. Algo confundida. No sabía qué hacer. Pero si había algo que tenía claro era que no era el momento.

Irónicamente, recordó que, hacía aún más tiempo, conoció a alguien con quien necesitó aún más tiempo para poder dar pie a algo más que una amistad. Sonrió al recordarlo. Ahora era una de las personas más especiales y esenciales en su vida. De hecho, ambos tenían varias cosas en común. Los dos le hacían sentir especial, como una niña pequeña. Se sentía protegida cuando estaba al lado de cualquiera de los dos.

Era una sensación rara. Era algo quizás más allá de la amistad, pero sin llegar al amor. Le gustaba que la mimasen de aquella manera tan dulce, tan especial. Pero precisamente en aquel momento no quería llegar a más.

¡Menudo lío!

Decidiendo dejar de pensar en el asunto, se dió una ducha de agua fría, se preparó algo rápido para cenar y se dejó caer de nuevo en el sofá, hundiéndose entre mantas que le aportaban el calor que no había encontrado en el agua de la ducha. Que la calentaban.

Como los brazos de él rodeando sus hombros o su cintura, protegiéndola de todo.

De nuevo, su mente empezó a funcionar a toda velocidad.

No tenía remedio. ¬¬''

No hay comentarios:

Publicar un comentario