martes, 15 de marzo de 2011

Testamento.

Si supiera que voy a morir en apenas unos minutos, a día de hoy me gustaría describir mis experiencias de la siguiente forma:

Lloré una y mil veces desconsoladamente y sin motivo.
Amé tanto que sentía estallar mi corazón con cada roce de aquella persona. Y fuí amada con tanta intensidad que aquello quedó grabado para siempre en mi alma.
Caminé durante tanto tiempo que mis zapatos se agrietaron y rompieron.
Luché hasta estar exausta, aún cuando sabía que no había apenas esperanza.
Aprendí más de lo que jamás pude llegar a imaginar.
Reí tanto, tantas veces y con tantas personas que gracias a ello debo haber ganado unos minutos de vida.
Confié en las personas a las que amaba. Con muchas me equivoqué.
Viví con ganas siempre que pude.
Me dejé morir tirada en una cama cuando sólo había oscuridad, pasividad, soledad, nostalgia y una infinita melancolía.
Muchas veces caí. Y me levanté con fuerza, con ganas.
Me equivoqué tantas y tantas veces que no sé cómo mucha gente fue capaz de hacer la vista gorda y dejármelo pasar.
Fuí traicionada por gente a la que quería.
Perdí tantas cosas, tantas personas, tantos momentos, que cada vez que me detengo a pensarlo me hundo en un oscuro agujero de soledad.
Conocí a miles (quizás cerca de un millón) de personas. Todas ellas diferentes. Muy diferentes.
Hice cientos de locuras.
Bebí como si me fuera la vida en ello.
Fumé demasiado.
Creé canciones, música, escritos, momentos, personajes, amores...
Fuí totalmente bohemia y soñadora, pues creí en la Belleza, en la Libertad, en la Verdad y, por encima de todo, en el Amor.
Dormí con alguien varias veces.
Tuve todas personalidades que me dio la gana, pues fui bastante versátil: hippie, rockera, emo, pija, normal.
Escondí mis sentimientos en numerosas ocasiones por miedo.
Traté de ser sincera siempre.
Pasé por todos los estados de ánimo posibles: tristeza, alegría, nostalgia, melancolía, inspiración, agotamiento, pasotismo, ilusión, entusiasmo, odio, rencor, satisfacción...
Guardé billones de recuerdos en mi memoria y en mi alma. Espero que siempre estén allá donde esté yo también.
Descubrí que, en realidad, uno nunca está solo. Siempre, siempre, siempre hay alguien ahí.
Aprendí a apreciar a mi familia mucho más de lo que lo había hecho durante la mayor parte de mi vida.
Canté, bailé, actué, toqué la guitarra... Y todo eso en público. Por lo tanto, fuí una artista.
Cambié continuamente mis emociones, mis amigos, mi forma de ser, mi estado de ánimo. Y muy poca gente estuvo siempre ahí.
Crucé toda España en autobús (sí, fueron 13 terribles horas)
Hice deportes con y sin riesgo.
Disfruté del sueño, la comida y el sexo como la que más.
Aporté muchas cosas, entre ellas todo el cariño que pude.
Me dejé llevar en alguna ocasión. Pero descubrí que "dejarse llevar suena demasiado bien".
Hubo gente que me impresionó.
Conocí el amor a primera vista. Y también a mi media naranja.
Me escribieron una canción sólo para mí.
Tuve varios "mejores amigos" y en todos (TODOS) los casos acabé enamorándome de ellos.
Hice de Celestina sólo una vez, con mis dos mejores amigos y acabé tan mal que dejé de creer en el amor durante un tiempo.
Tuve varias parejas, unas más estables que otras.
No he encontrado a la persona con la que quiero compartir el resto de mi vida, pero no me importa demasiado porque he conocido a muchas otras que me han regalado los mejores momentos de mi vida.
He intentado ayudar a proteger el planeta de forma un poco pasiva.
He gritado de emoción.
El 29 de Septiembre de 2007 lloré de felicidad más que en toda mi vida.
Me he sonrojado infinitas veces.
Tuve tantos complejos, que nunca me di cuenta de lo hermosa que era hace 4 ó 5 años, hasta que fue demasiado tarde.
He sentido lo peor que se puede sentir por alguien: PENA.
Me dijeron de todo, desde lo más hermoso (que me lo dijeron con una mirada una noche bajo el cielo estrellado) hasta lo peor de lo peor (que además me lo dijo la que en aquel momento era mi mejor amiga).
Corrí en muchas ocasiones.
Leí montones de libros, casi todos policíacos, históricos o fantásticos.
Escuché millones y millones de canciones, y me aprendí la mayoría. Hoy, mi repertorio musical es casi tan amplio como el de mis conocimientos en otras materias básicas, producto de mi formación académica.
Tuve muchísimos miedos y algunos no los he superado aún.
En más de una ocasión perdí toda esperanza y pensé en desaparecer para siempre de este mundo. Siempre me faltó valor para llevar a cabo tan vergonzosos y macabros planes.
Perdí la cabeza, el Norte, la ilusión... y casi la personalidad.
Aprendí a sobrevivir contra todo lo que se me interpusiera.
Dí y recibí miles de besos de todo tipo.
Regalé y me regalaron montones y montones de abrazos.
Y amé... sobre todo amé.

En fin... yo diría que habría vivido una vida plena y satisfactoria. Hay mil cosas más que me gustaría experimentar, pero si muriese hoy, no me importaría demasiado. Me doy por satisfecha. Sólo me preocuparía el efecto que tuviese sobre mi familia. Puede que leer lo que acabo de escribir los tranquilizara en parte (pues he sido bastante feliz). O quizás no.

Espero que tarde en llegar este día, pero si lo hace, estoy muy preparada para afrontarlo.

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