sábado, 28 de enero de 2012

Hoy no.

Lo mismo hay un día que aprovechas al máximo y rindes un montón... que hay otro día (precisamente el siguiente) que no tiras de tu pellejo. Este es un breve resumen de mi día de ayer y del de hoy.

No sé si tendrá algo que ver el cielo nublado, la lluvia que caía tras mi ventana al amanecer (justo cuando yo me acostaba, por cierto), el frío este húmedo que te cala hasta los huesos, la soledad incoherente o el extrés pre-exámenes. Igual ha sido una mezcla de todo.

La cuestión es que el día de hoy ha sido gris. Gris como el acero. Triste como una despedida. Improductivo como las lágrimas.


A decir verdad, hoy solo me apetecía hacerme un ovillo en mi cama, taparme con la manta, apagar las luces y esperar a que pasara el tiempo, el miedo, el frío, el ansia, la melancolía.

Me dan mucho coraje los días que son así. No me gustan. Me hacen sentir inútil y eso me enfurece aún más (si cabe). Me lleno de rabia, de impotencia y a la vez de desgana. No puedo evitar decir "Me merezco un descanso". Que sí, que es verdad. Pero eso no significa que sea el mejor momento para tomármelo. Tal vez debiera sacudir la cabeza, apartar esos pensamientos lúgubres de mi mente, tomarme un café e intentar retomar mis sesiones de estudio. Lo he intentado, lo juro. Pero mi cabeza hoy no daba más de sí.

A eso de las 6 de la tarde he acabado tirándome en la cama, sollozando en silencio, dejándome llevar por pensamientos tristes, nostálgicos, e incluso oscuros. Me he tapado con una manta y he puesto la película de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, mientras trataba de no pensar en la cantidad ingente de cosas que comenzaban a acumularse en mi cabeza y que amenazaban con destruir mi (necesaria) estabilidad. Y así es como me ha visto mi compañera de piso cuando me ha dicho que ella estaba igual y que saliéramos aunque fuera a hacer la compra para despejarnos de este infierno.

Es que así son los días de estudio: un encierro permanente y agobiante en una habitación, entre cuatro paredes. Un intercambio constante entre un pijama y alguna ropa cómoda para estudiar y andar por casa. Da muchísimo que pensar en estos días. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué quiero conseguir con esto? ¿Merece la pena? Afortunadamente, tengo mis respuestas. Pero hay días como hoy en los que me fallan las fuerzas, me puede la añoranza y siento la incontenible necesidad de parar un poco el ritmo, de tomarme un descanso, de descargar tensión.

No sé si lo habré conseguido o no. Espero que mañana sea otro día totalmente distinto. Que sea uno de esos días no alegres, sino serios, responsables y centrados, en los que sólo puedo pensar en estudiar, en darlo todo de mí para ser la mejor. Que sea un día de esos en los que encuentras tiempo para hartarte de reír con unos amigos y para agobiarte y echarte a llorar por no tirarte de los pelos. Que sea uno de esos días en los que, a pesar de estar el cielo cubierto de nubes, hay algún momento en el que sale el Sol, ilumina tus apuntes y tus ojeras y sonríes para seguir adelante.

Tengo mucha fé en que mañana sea un día de esos... Porque hoy no. Hoy, definitivamente, no.

2 comentarios:

  1. Ay, mi niña, cómo te entiendo pero no dudes que después de los días grises siempre sale el sol. No te agobies por nada, todo te va a salir bien,porque te lo mereces y porque te lo has currao,mañana saldrá el sol aunue a veces las nubes nos impidan verlo. Te quiero. Animo, cariño

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  2. No puedo evitarlo... Son las 4 de la madrugada y me estoy hinchando de llorar yo solita en mi habitación... rodeada de apuntes, bolígrafos, mp3, auriculares, folios, cuadernos... No sé qué demonios hacer, pero no puedo dormir. Estoy intranquila, aunque realmente no tengo motivos... No sé qué me pasa, pero estoy mal.

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