martes, 18 de mayo de 2010

Familias.

Hoy estoy que me hundo, que me hundo en mi vacío lleno de estrellitas. Es un charco de agotamiento que no puedo soportar. Me estoy ahogando. Siento que la angustia por algo que desconozco me asfixia. Siento que la falta de ganas me mata lentamente y mirándome a los ojos, desafiante. Quiero que se vaya inmediatamente. Que me deje en paz. Me siento muy pesada, como si tuviera plomos en los pies. Tengo la sensación de estar encadenada a una roca sin poder desasirme de mis ataduras. Siento la imperiosa necesidad de llorar (sí, una vez más) y descargar esta pena incomprensible pero asfixiante.

A veces, en una familia, las cosas cambian, y no precisamente para mejor. Es triste, lamentable, angustioso... Pero lo peor de todo es la impotencia que se siente al saber que no se puede hacer nada, al comprender que no tienes lugar ahí y que las cosas, tal y como están, no se pueden cambiar.

A veces alguien importante se va para no volver y puede causar daños irreparables en una familia.

A veces una persona se equivoca y puede haber llevado a algún miembro de la familia a un oscuro abismo del que no sabía cómo salir. Puede que no sea intencionado, pero el daño ya está hecho.

A veces un hijo se pierde los últimos años de su madre o de su padre sin ser consciente de ello. Asunto triste, pero cierto. Me consuela el pensar que esa persona se arrepentirá toda su vida de ese gran error.

A veces un hermano da la espalda y no se da cuenta de cuánto lo necesitan los demás. Otras veces pasa que sí se da cuenta y aún así sigue con esa actitud. De hecho hay quien hasta se enardece de ello.

A veces, a veces, a veces... Esto no son historias a secas, sino que son historias reales, que he vivido o he conocido de gente que me rodeaba. Ojalá ni yo hubiera vivido esas cosas ni la gente que conozco tampoco. Sin embargo, es a raíz de estas historias, que he aprendido a valorar aún más a mi familia. Desde hace un año más o menos, en ellos se centra la mayor parte y fuerza de mi vida. Son lo más importante para mí. Antes que cualquier amante, antes que cualquier amigo, antes que todo. Todos, desde mi abuela hasta mi nuevo primo son igualmente importantes y fundamentales.

Y sé que el día en el que pierda a alguno, me perderé yo también.

Sé que estoy depresiva, pero lo poco que llevo de semana no me da para más. Lo siento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario