miércoles, 12 de mayo de 2010

Melancolías.

Ultimamente he tenido unos días un poco raros. Era como si tuviera una nube de oscuridad a mi alrededor de la que no era capaz de salir. Me sentía de repente triste, sola, vacía, frágil. Sobre todo frágil. Supongo que todos tenemos días malos y buenos, tristes y alegres, pero simplemente me cuesta trabajo salir de mis días más tristes.

He dicho cosas que quizás estuvieran fuera de lugar, he peleado por tonterías, me he dejado hundir en mi propio charquito de color gris. Lo siento. A veces soy un poco tonta y me dejo llevar por mis emociones. Pero realmente no puedo controlarlo. En ocasiones me desbordo. Me desbordan mis sentimientos, me faltan las palabras o me sobran a raudales. Es en esos días en los que necesito un GRAN abrazo, que sea muy fuerte, que me reconforte, que fusione el hielo que se apodera lentamente de mi espíritu y mi corazón. Entiendo que no todo el mundo puede darme eso. Lo comprendo. Pero es que... lo necesito tanto... Igual que llorar.

Ya sé que no todo el mundo puede ser como yo, tan sensible para todo, pero de veras que hay veces que deseo gritar porque siento que nadie me ve ni me escucha. ¿Tanto necesito el amor para vivir? ¿Tanto necesito el cariño, los abrazos, las palabras alentadoras? Parece ser que sí. No es que no me guste ser como soy, sino que a veces me siento incomprendida por la persona que quizás es la que más necesito que me entienda. Lo respeto, lo acepto, lo asumo. Pero también las personas que me rodean deberían respetar, aceptar y asumir las cosas que siento yo. Aunque veo que es muy muy muy difícil.

Tengo una personalidad un poco extraña, es cierto, pero no puedo evitar llorar con canciones, enamorarme de algunos personajes de mis libros, soñar despierta y todas esas cosas sin explicación que suelo hacer. Quizás el tiempo, la vida, me hagan cambiar, pero estoy segura de que en el fondo siempre seré ese tipo de persona. Soñadora, sensible, sentimental, incomprensible. Pero creo que eso es lo que me hace realmente especial.

Mucha gente que me quiere y/o me ha querido me lo ha dicho. Soy especial. A veces tengo la sensación de poder crear una magia a mi alrededor que no es normal. Tiene el poder de convertir cada momento en algo único, especial, irrepetible. Me gusta. Me gusta cerrar los ojos y dejarme llevar, dejarme envolver por esos pequeños instantes que dan una felicidad tan tonta y a la vez tan grande. Me gusta la gente que es capaz de ver eso y que es capaz de hacerme sentir tan especial. Me gusta poder ser yo misma, hablar sin miedo, expresar todo lo que siento sin guardar nada y sin ser juzgada, ser yo misma sin más, actuar con naturalidad. Me gusta que me quieran como soy, sin desear añadir nada más, sin necesitar nada más de mí, sin pedirme más que una mirada, un abrazo o un beso. ¿Por qué no? Creo que es la parte más bonita e intensa, la más esencial de mí. Y, por desgracia, la que muy pocas personas ven, admiran, aman, de este ser. Por eso amo incondicionalmente a esas personas. No hay nada que me haga dejar de quererlas, de necesitarlas. Es como que alimentan mi espíritu. Me hacen sentir bien. Tranquila. Llena. En paz.

Me encanta esa sensación.

Me encanta ser como soy.

Me encanta soñar.

Me encanta vivir la música.

Me encanta mi mundo imperfecto que me hace ser tan sumamente imperfecta.

2 comentarios:

  1. Veo que tenemos muchas cosas en común. Sobre todo esa sensación de llorar con la música y enamorarse de los personajes de los libros. Yo aún mantengo unidos los lazos con Gregorio Olías. Y guardo a Goldmundo en mi corazón como si hubiera vivido toda una vida junto a él. Y a Scott Finch... y a muchos otros.

    Un saludo.

    Jorge Andreu

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  2. Hay cosas que son inevitables, como por ejemplo sentir. Quién no sepa de lo que estamos hablando aquí, no sabe lo que se pierde. Es maravilloso perderse en las páginas de un libro y dejarse envolver por su magia...

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