lunes, 17 de enero de 2011

La última entrada para ti, amigo.

Esta es la última entrada que te escribo, sólo que esta vez no escribo desde mi corazón destrozado o latiendo desbocado al pensar en ti. No. Lo hago desde la más absoluta entereza, indiferencia y seguridad.

Hoy, que por fin no pienso casi nada en ti, quiero decirte que estás fuera. Que ya no juegas en mi juego. Y no ha sido una decisión mía, sino tuya. Tú mismo me has hecho esto y me has dejado escapar lentamente. Ahora, para ti, soy algo irrecuperable. Y supongo que ahora mismo no te importa, pero te importará. Por eso te lo digo.

Hacer daño no es algo gratuito, cariño, ya lo verás. Todo cae por su propio peso, es cuestión de gravedad. No mentiré diciendo que no ha sido doloroso, porque casi me cuesta mucho más de lo que hubiera podido imaginar. Sin embargo, ya te dije en alguna ocasión que soy como una mala hierba: nunca muero. Hazte a la idea, por favor, de que ya no me importas, de que has pasado de ser algo muy grande a no ser nada, de que ya no me dueles, de que ya no tengo miedo de perderte... Simplemente te has ido. Me has abandonado.

Amigo, yo que jamás te mentí, que jamás te hice daño a conciencia, ¿por qué merecía que me despreciaras así? He estado haciéndome esta pregunta desde hace más de un mes, casi. Aún no tengo mi respuesta. Ahora ya no la quiero, al igual que no quiero nada de ti.

El daño que me has hecho (y lo peor: el que me has hecho a conciencia) ya no existe. La herida está cerrada. Ya no quiero oír lo que tengas que decir en tu defensa. No quiero ni una sola mentira más. Hasta aquí hemos llegado. Nuestro largo camino juntos, acaba aquí. Ojalá hubieses sido realmente mi amigo y hubieras encontrado dentro de ti el valor necesario para dar la cara y para ser sincero conmigo y haberme conservado. Pero no ha sido así, lamentablemente.

También quiero que sepas que no me dolieron muchas cosas de las que has hecho, lo que más me dolió fué la decepción que has dejado en mí. Realmente esperaba más, mucho más de ti. Pero no pasa nada, porque por encima de todo hoy quiero darte las GRACIAS por haberme hecho tantísimo daño y, con ello, haberme fortalecido. Por haberme hecho aún más fuerte de lo que ya sabes que soy. Gracias, por todo lo que me has dado y por todo lo que no has podido ni has querido darme. Gracias por haberme hecho tan feliz y tan desdichada. Tú y yo siempre dijimos que la amistad estaba por encima de todo, pero a pesar de ello no lo hemos conseguido hacer. No pasa nada, ya te digo que me siento muchísimo más fuerte ahora. Además, tú eres feliz y estoy harta de decir que no soy para nada egoísta, por eso me alegro infinitamente por ti. Sólo espero que esto sí sepas conservarlo. Por si te interesa saberlo, también yo soy feliz ahora, sin ti y sin nadie que me pueda seguir haciendo daño.

Yo, simplemente, arriesgué apostando por ti. Y me equivoqué, aunque como dice una canción de Nika "apostando por ti, yo también fuí feliz".

Y te dejo, en esta última entrada dirigida a ti, la canción que inspira mi adiós. Podrías escucharla, igual se te revuelve algo por dentro.

http://www.youtube.com/watch?v=XXmD6hH3IlQ&ob=av2el

No hay comentarios:

Publicar un comentario