lunes, 19 de septiembre de 2011

Renuncias.

Se fué.

Y sólo me quedó su aroma impregnando un cojín. Su esencia palpitaba en el aire... y en mi corazón. Pero las decisiones estaban tomadas. Si no había posibilidades de triunfar, no merecía la pena perder el tiempo. Había muchas cosas más importantes.

Me tumbé en la cama y, abrazada al cojín, me permití unos pequeños instantes de despedida. Recordé su voz, sus ojos, su arte, su pelo, sus manos... Suspiré y solté el cojín junto a mí.

Lo observé durante largo rato hasta que me quedé dormida, escuchando a Rihanna y su "California King Bed".

Había renunciado a él. Había que dejar pasar el tiempo, fluir la corriente... Lo que tuviera que pasar, pasaría. Y yo no quería acelerar nada más. Ya se me había ido un poco la cabeza y no quería que pasara nada más. De todas formas, no iba a ocurrir nada más allá de una bonita amistad. Mejor así. Aunque no para mí.

He intentado variar un poco mi forma de ver las cosas, pero me he dado cuenta de algo hoy por la mañana, cuando me he levantado y lo he visto echado en el salón, sobre un colchón, durmiendo. Lo he comprendido al instante. Da igual cuantas veces lo intente, mi romanticismo jamás morirá. Mis ilusiones permanecerán ahí, corriendo el riesgo de ser destrozadas en cualquier momento. Como hoy.

Me siento un poco rara. Creo que he crecido bastante en los dos últimos días. Me he dado cuenta de que sólo me queda esperar. Esperar mi momento. Y cuando llegue, ser feliz.

1 comentario:

  1. Muchas gracias!! :)
    Mi blog es un poco variable, dependiendo de mi estado también. Pero me alegra mucho que te guste. En cuanto tenga un ratito, pasaré por el tuyo y te diré qué me parece.
    Un besote!
    No dejes de leer!!

    ResponderEliminar