domingo, 21 de agosto de 2011

Harry.

Y hoy, una vez más, me siento en una nube. Estoy feliz porque el día está nublado y amenaza lluvia. Ojalá llueva toda la tarde y pueda sentarme junto a mi balcón a leer algo de Harry Potter. Porque hoy me apetece.

Recuerdo cuando escuché por primera vez algo sobre Harry Potter. Fue en una clase de Lengua en 6º de Primaria. Mi profesor (Don Blas) nos leyó parte del capítulo en el que se describe en qué consiste el juego del quidditch. Recuerdo cómo mis ojos se abrieron de par en par y nada más llegar a casa le supliqué a mi madre que me consiguiera aquel libro. Yo tenía sólo diez años. Sin saber muy bien por qué, este recuerdo me resulta muy emotivo.

Finalmente conseguí mis libros de Harry Potter, uno tras otro. Y cuando los leía, recuerdo tener la música de Álex Ubago o de Alejandro Sanz acariciando mis oídos. En particular recuerdo con especial cariño un día de lluvia en el que me senté junto a mi balcón, puse el primer CD de Álex en mi discman y me perdí entre las páginas de El Cáliz de Fuego durante varias horas. Fueron momentos llenos de magia, de fantasía, de un disfrute tan intenso que no sé cómo explicarlo. Fue una de las mejores tardes de mi vida.

Hoy, que estoy a punto de cumplir 21 años, todavía sigo enamorada totalmente de los libros de JK Rowling. Me sigue resultando igualmente fácil perderme entre sus páginas, amar a sus personajes, llorar con algunas historias, soltar una carcajada en algunos momentos, soñar... Hace un par de meses me leí el último libro de la saga (por tercera vez) y disfruté como una niña pequeña. Me enganché a él de una manera que no creía posible. Fuí extremadamente feliz al recordar cómo lo leí por primera vez en internet el mismo verano que me fui a York con una beca. ¡Cómo pasa el tiempo! De aquello hace ya más de cuatro o cinco años... Y en muchas cosas no he cambiado. Me encanta. Es precioso, la verdad.

Hoy estoy un poquito nostálgica, pero quería dedicar esta entrada a todos los fans de Harry Potter (especialmente a los inconformes con las adaptaciones cinematográficas de la saga), a todas las personas que en algún momento de sus vidas colocaron un libro de Harry frente a nosotros, y, por supuesto, a la señorita Rowling, a la que estaré eternamente agradecida por haberme regalado algunos de los momentos más maravillosos de mi adolesccencia y haberme ayudado enormemente a crecer como persona. Gracias por todo y por hacernos soñar especialmente.

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