jueves, 25 de agosto de 2011

Maldito destino. Maldita vida loca.

Y que siga el destino poniéndome a prueba, que no me voy a echar atrás, ni voy a llorar, ni me voy a dejar llevar, ni voy a venirme abajo.

He probado el fondo y no me gusta como sabe.
(Canción de amor caducada, Melendi)

Que no, que no hay vuelta atrás. Cuando tomo una decisión soy lo más cabezón que se puede echar uno a la cara.

Sé que esto probablemente no salga como yo espero, sé que puedo fallar, que puede no salir bien. Pero tengo claro que, en ese caso, no me vendré abajo de nuevo. Lo estoy poniendo todo. El verano no ha sido fácil. Pero yo estoy arriesgando todo porque el que no arriesga no gana. Y es que a veces, es necesario correr el riesgo de que nada salga bien, pero yo tengo fé en mí. Yo estoy segura de mí misma y quiero intentarlo.

Siento que he sufrido una forzosa evolución que me ha costado mucho trabajo asimilar, pero gracias a eso ahora soy más fuerte, más madura, más consciente y responsable. Me gusta el cambio. En realidad tengo un poco de miedo, no por mí sino por otra persona, pero también conservo mi fé en que ella puede, hasta que se demuestre lo contrario.

Mientras intento esforzarme al máximo para mantenerme en mi posición (ya digo que soy muy cabezona), hago todo lo posible por que tampoco se derrumben los demás. A veces eso es mucho más difícil todavía que mantenerse una en su nueva actitud. Pero, poco a poco, lo he ido consiguiendo.

Ahora sólo sé que me necesitan, y yo estoy ahí y voy a seguir estándolo. Siempre. Aunque no sea fácil. Además, mucha gente ha depositado su esperanza en mí y no tengo intención de defraudarles ni mucho menos de defraudarme a mí misma una vez más. Ni hablar. Todo ha sido muy duro, incluso para mí. Pero saldremos de esto. Lo prometo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario