martes, 7 de diciembre de 2010

Confessions.


Sentada en este sillón, junto al brasero, espero con la mirada perdida. Espero lo que deseo. Deseo lo que es imposible ahora mismo. Espero algo que parece inevitable pero que temo que no llegue a ocurrir nunca. Es algo impredicible el futuro, sí. Pero ahora mismo daría lo que fuera por saber qué va a pasar con todo esto, con nosotros.

Y una vez más, pienso en ti, en vosotros, juntos. Y se me rompe el corazón. Que no lo soporto, que no. Porque cuando nosotros estamos así, ella no tiene que aguantarlo. Entiendo que yo (siendo la situación la que es) lo tenga que soportar, vale. Pero ¿después de esto? ¡Ni de coña! Porque es muy duro saber todo lo que ha hecho esa chavala (por llamarla de alguna forma) y tener que aguantar este montaje de hipocresía. Y ¿sabes qué? Pues que no te veo feliz, y eso me hace aún más daño. Y sé que no eres feliz porque sabes que lo que te dije es verdad. Y te lo sigo diciendo: en cuanto esté fuera de tu vista, te la volverá a jugar y te volverá a hacer daño. Y no quiero verte sufrir, y menos por semejante niñata.

No sé qué hacer, y es que te echo de menos incesantemente. Cada fibra de mi ser te anhela y yo la obligo a callarse recordándole que eres libre. Libre de volar con quien tú decidas. Libre de amar a quien elijas. Libre de escoger si arriesgar una vez más o darnos una oportunidad.

Supongo que sólo me queda esperar. Pero es que me siento tan sola sin ti... Nada es lo mismo. Hay tantas cosas que pierden su belleza y su sentido... Ya pasé por esto una vez. Y fue culpa mía, cierto. Pero ¿otra vez? No puedo soportarlo. Me mata lentamente tu ausencia, me ahoga mi soledad, me hunde esta irremediable agonía. Te echo de menos, ansío correr hacia ti. Quiero ser libre de amarte. Para siempre.

¿Qué voy a hacer, Dios mío? Me estoy volviendo loca aquí entre las brumas de mis incomprensibles pensamientos, entre las locuras que me sugiere mi enamorado y romántico subconsciente. Me da miedo quedarme sola aquí, perdida en algún lugar del espacio y del tiempo, y que nunca vuelvas (que sé que es muy posible ahora mismo). Pero claro, de nada sirve decir que algo me da miedo, porque es justamente dónde sé que me vas a volver a hacer daño queriendo o sin querer.

De todas formas, una vez más, alzo la cabeza, me repongo y me obligo a sobrevivir a todo esto que aún no entiendo.

Sólo quiero que sepas que, hasta que diga lo contrario, te amo.


Tócame como la lluvia.
Acaríciame como los rayos del Sol.
Siénteme como la suave brisa procedente del mar.
Ámame cada noche y cada día.
Abrázame ante el frío desgarrador.
Tiéndeme tu mano en este ardiente desierto.
Salta conmigo al vacío.
Llévame a acariciar las estrellas.
Sonríeme y veré el cielo más azul.
Bésame y beberé insaciable de tus dulces labios.
Tócame y numerosos escalofríos recorrerán mi piel.
Mírame caminar lejos de ti y siente la angustia abrazarte.
Anhélame como te anhelo.

No me dejes marchar.

Por favor.

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