sábado, 23 de julio de 2011

Envejecer.

Diez años más. De golpe. Es impresionante lo que puede envejecer el alma en un sólo año.

Me siento muy rara. Me encuentro vacía de todo. Vacía de nada. Al fin y al cabo, vacía. Agoté mis cartuchos. Se acabó mi tiempo. Sólo me queda renacer.

Tengo ganas de gritar, de llorar, de pegarle a alguien. No sé explicar lo que me pasa por dentro. Tengo la aplastante sensación de que me he decepcionado a mí misma. Quién sabe, quizás no soy tan fuerte como me creo. Además hay momentos en los que me siento muy pequeña, pero también hay momentos en los que me siento la reina del mundo. Es todo tan extraño...

La canción "Hurricane" de 30 Seconds to Mars golpea mis oídos de una manera sobrehumana, me tranquiliza y me hace sentir que mi rabia se escapa entre los versos que canta Jared. Me siento violenta, perdida, enfadada, frustrada. Como si fuera una niña pequeña.

Deseaba la libertad, tener el poder sobre mi vida, que me dejaran en paz, poder correr por los caminos que yo escoja sin tener que preocuparme de nada. ¿Cómo puedo ser tan inconsciente? La vida es mucho más que eso. No depende de mí, sino de las circunstancias. Ahora creo que ya lo entiendo mejor todo. Aún así, sigo sintiéndome triste y frustrada. Tengo la pesadumbre de una amarga melancolía que me resulta incomprensible pero me asfixia sin piedad.

Supongo que sólo durará el día de hoy. La verdad no sé qué hacer para encontrarme mejor. Hoy es uno de esos días en los que deseo acostarme, o tirarme en la cama a dejarme morir hasta que todo vaya a mejor.

Tal vez mañana la vida me de más fuerzas.

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