viernes, 29 de julio de 2011

Nubes.

Era revitalizante caminar por la calle vestida con unos pantalones hippies cortados de mala manera, una camiseta de tirantes que resaltaba su pecho y unas sandalias que conjuntaban a la perfección con el resto. Los auriculares en sus oídos, la deleitaban con notas relajantes, optimistas. Hacía mucho calor, pero el día merecía la pena. Con sus oscuras gafas de Sol, disfrutaba observando las caras de la gente que iba y venía por la calle, junto a ella. Le parecía curiosa la facilidad con la que se inventaba cómo podían ser sus vidas, dónde iban, de dónde venían y qué esperaban de aquel día.

A pesar del asfixiante calor y del potente Sol que iluminaba el pueblo, mientras caminaba por las calles ella sentía que la acompañaba una horrible nube oscura que dejaba caer sus gotitas cual lágrimas. Aún así, miraba hacia adelante, derrochando seguridad, dirigiendo sus pasos a un lugar concreto, sin dudar. Y con cada paso que daba se convencía a sí misma de que las nubes no son eternas y siempre acaban por irse.

Este tipo de nubes sólo se borrarían con tiempo... y sonrisas. No más lágrimas.

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