domingo, 23 de octubre de 2011

Días raramente raros.

Hay días en los que me levanto temprano y no me cuesta prácticamente nada.

Sin embargo, al acabar el día me doy cuenta de que me falta algo. ¡Dios, llevo todo el día sin parar! ¿Cómo me va a hacer falta más? Pues sí. Y hoy es uno de esos días.

A estas horas de la madrugada (2:27 am) no puedo dormir, no concilio el sueño. Me falta ese nosequé que me haga sentir totalmente satisfecha con el día de hoy. Quizás sea que la cama me parece muy grande para mí sola. Tal vez sea cuestión del clima, que me está trastornando. O a lo mejor es el frío, y no sólo el físico sino el sentimental.

Definitivamente, hoy es uno de esos días que al acabar me apetece acurrucarme en la cama junto a ti y sentirme protegida.

Necesito ir a casa, salir de esto, cambiar de aires. Necesito veros, verte. Necesito cariño, amor, un abrazo o un beso... Necesito no sentir que grito en medio de un montón de gente pero nadie se inmuta.

Es extraño cómo a veces nos perdemos en nosotros mismos sin saber cómo ni por qué. Pero hoy, a las 2:27 de la madrugada, necesito a alguien que me abrace muy fuerte y me diga "Estoy aquí, no estás sola. Te quiero".


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