1-. Quedarme en casa y disfrutar de mi abuela, mi hermana pequeña, mis amigas y mi novio.
2-. Irme a Granada y ver a mi hermana mediana (a la que deseo abrazar con todas mis fuerzas y desahogarme con ella), a mi madre (que en estos momentos ME ODIA) y a mis tíos de allí.
Nuevo problema: ¿qué cojones hago? No tengo ni idea. Tras intercambiar un par de opiniones sobre dos tonterías con mi padre, cuelgo el teléfono. Ceno. Tras la cena a mis compañeras de piso se les ocurre la genial idea de hablar sobre las navidades. Mierda. Creo que a estas alturas de la vida no es necesario que exprese lo mucho que odio esa época del año. A continuación me explico.
Las navidades en mi casa son una auténtica mierda. Lo son desde que mi querido padrino decidió mandarnos a la mierda. Desde entonces, esa época del año es un verdadero asco. Es un acumulo de tensiones, de malos rollos, de situaciones incómodas y violentas. Horrible, de verdad. Si a eso le añadimos que mi tía de 89 años murió hace apenas un mes y medio, imaginaros la situación.
En fin... Mis dos amigas hablando de lo maravillosas que son sus vacaciones de Navidad y tal y yo muriéndome de la envidia.
Ahora mismo me encuentro como si estuviera tirada en el suelo. Me siento fatal, extremadamente triste, totalmente melancólica. Y encima estoy pensando si llamar a mi madre... Creo que lo voy a intentar. Total, no puedo perder nada más. Y me gustaría decirle que la quiero.
Voy a ello.
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