miércoles, 19 de octubre de 2011

Distancia.

Cuando dos personas se aman, la distancia es un asco.

Anhelas sentir a esa persona a tu lado. Ansías que te bese y te toque. Deseas que pase a tu lado todos y cada uno de los días. Necesitas que te abrace antes de dormir y que su cara sea lo primero que veas al despertarte.

Muchos pensarán que en el amor no importa la distancia. Y muchas veces es cierto. Pero otras veces no. Cuando un amor tarda más de dos años en consagrarse, sufre tantos altibajos, no se reconoce por alguna de las dos partes, se ve envuelto en tantas adversidades y es torturado con tantas mentiras... El hecho de que, cuando se consagra y se reconoce por fin, se vea separado por 260 km de distancia, es algo que te hace morir en la agonía.

Y lo peor es que el resto del mundo no entienda esa necesidad, ese anhelo, ese deseo... Porque te hace sentir algo estúpida y soñadora. Aún así, estoy decidida a acortar la distancia lo antes posible porque necesito creerme que esto es real, que me está pasando a mí y que no se va a acabar.

Porque le amo con locura y por fin soy libre de gritarlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario