lunes, 31 de octubre de 2011

Recaída.

Es cuando la tristeza inexplicable vuelve. Cuando te sientes culpable por todo, incluso por el simple hecho de existir. Cuando no tienes ganas de moverte de la cama o el sofá. Cuando tienes necesidad de soledad y de removerte tu propia mierda, lamerte las heridas. Cuando vuelven los dolores de cabeza, el insomnio, el sueño durante el día y el mal humor...

Sé que desde fuera parece muy fácil decir "No te rayes" o "No te agobies" o puede que incluso haya quien te diga "Levántate y ponte a hacer cosas". Pero desde dentro, es muchísimo, infinitamente más difícil. Puede que el resto del mundo piense que eres idiota, que no merece la pena ni acercarse a ti. Y eso te hace sentir peor.

Todo esto es como un bucle que se repite una y otra vez, inevitablemente.

Lo peor es el hecho de tener la certeza de que se repetirá muchas más veces, tal vez durante el resto de tu vida. Y que no puedes controlarlo sola. Es una auténtica pesadilla. Una locura.

Cuando la medicación deja de hacer efecto y tienes que empezar una nueva, vuelven también las náuseas y el malestar generalizado. Es un verdadero asco.

También es horrible eso de no querer ni poder decirle nada a nadie porque no quieres liar más las cosas, porque no quieres preocupar a nadie. Y te sientes peor. Quieres estar sola y lo estás, claro que lo estás, porque eres incapaz de pedir ayuda. Así que te hundes poco a poco, cada vez más. Los demás no entienden nada de todo esto y se sienten frustrados y desconcertados por tu actitud. Entonces, es muy normal que se enfaden contigo, haciéndote sentir incluso peor todavía.

Y todo esto por una serie de sucesos que ocurren en algún momento de tu vida y te cambian para siempre.

No es justo.

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