martes, 24 de abril de 2012

Indignación a nivel supremo.

Hoy estoy sin internet. Tenía pensado esta noche escribir todo lo maravilloso que ha sido mi fin de semana, pero en lugar de eso, describiré la mierda de gente con la que convivo.

Después de todo lo que ha ido pasando en el último mes, he respirado hondo y he tratado a la gente con EDUCACIÓN y con RESPETO. Pero no, ese no parecía ser el camino correcto. Al menos para ellas, ya que no se molestaban siquiera en contestarme. Si encima digo que hablo con las paredes porque no obtengo respuestas, las señoritas se rebotan. Increíble.
Y encima, parece ser que me invento las cosas. Que malinterpreto todo lo que hacen, que según ellas es muy normal. Les parecerá normal estar una semana sin apenas hablarme, dejar que friegue platos a las 10 de la noche y con 40º de fiebre, llamarme a las 11 de la noche porque “están preocupadas” y sin poder yo hablar porque tenía faringitis e insistir en liarme un follón del 15 porque no había fregado la cocina, tener que aguantar a sus amantes en casa más de 24 horas, volver a limpiar lo que yo acabo de limpiar… Será normal para ellas, pero para mí, desde luego, no.

Me ha encantado que Leti me echara en cara que haya hablado con Leo y le haya contado como iba la situación en casa, que ella haya pensado que lo he hecho para joderla. Porque la verdad es que no llego a esos niveles de maldad, pero ya que se ha cabreado, pues me alegro. Total… a este pobre chiquillo poco más iba a tener yo que decirle o contarle… Ya sabe todo lo que tiene que saber de Leti.

De Isa ya… me termino de indignar y de reír por no llorar de la pena que me da. Le digo que no quiero ser su amiga porque estoy dolida con ella y se rebota y decide no hablarme nunca más en la vida. Alucino. Sobretodo porque, apenas 10 minutos antes, estaba hablando conmigo como una persona (con sordera selectiva y menos cerebro que una liebre con dos días) más que como una cani de barrio, que es como me ha dicho que no le hablara más en su vida. Y luego, la inmadura soy yo. Cuando estoy escribiendo esto en un Word porque no tengo internet y no puedo ni ver uno de mis programas favoritos, ni siquiera publicar esto en mi blog que ya es privado. Y la inmadura soy yo. Vaaaale. Que si no tengo internet no es porque se haya roto ni nada… es que le han cambiado la clave las muy putas. Y no me la quieren dar ni me la darán. Te cagas, colega.

Lo más irónico es que cuando ya estaba todo medio arreglado, o eso parecía, Isa y Leti han empezado a sacar más cosas, más trapos sucios, y mira, después de una hora y media (o más) de explicaciones, ya me tenían hasta el moño. Así que ya me he cansado y les he contestado en plan rapidito y diciéndoles que no me puedo acordar de lo que escribí en cada momento o lo que sentí en cada momento, porque es imposible para una persona como yo, que siente tantísimas cosas. Y ya he intentado cortar el grifo de la conversación porque quería seguir estudiando y ya me las estaba viendo venir montadas encima de la escopeta. Así que les he dicho que me alegraba mucho de haber tenido esa conversación y de haber hablado, pero que esto no cambiaba nada, que yo no quería ser su amiga y no quería nada más que ser su compañera (¡¡y porque estoy obligada a ello por contrato!!). Que yo lo único que quiero es un trato cordial o básico como compañeras, pero que cada una tiene su vida y a mí, personalmente sus vidas me dan bastante igual. No me importan. Sólo quiero hablar con ellas como personas normales para las cosas de la casa. Y eso ellas no lo entienden. Así que ambas, primero una y después otra, han decidido dejar de hablarme de por vida. ¡¡Mira tú qué disgusto!! ¡¡¡Pero si no me habláis ya!!!

Qué falsas, en serio, cómo se notaba que lo tenían todo planeado, hablado, estudiado incluso para saber lo que tenía que decir cada una, qué decir primero y qué decir al final, qué actitud tomar cada una en plan “poli malo” y “poli bueno”. La palabra es: TRISTE. Muy triste. Personalidad cero. Vergüenza menos dos. Educación menos diez. Conciencia menos veinte mil. Orgullo miles de millones… Y así está la cosa.

Dicen que no me conocen, y la verdad es que creo que es lo único acertado que han dicho. No me conocen, es cierto. Si me conocieran sabrían demasiadas cosas que yo no quiero que sepan, porque las utilizarían para hacerme daño. Si me conocieran, también tendría algunas ventajas mi situación, ya que sabrían por lógica que no me gusta ir criticando a las personas, que no me gustan los cotilleos, que no me gusta hacer daño a la gente metiendo cizaña… Pero, claro, no me conocen. Pobrecitas ellas. No saben con quién se han metido.

En el fondo y si soy sincera, tengo que decir que lo que creo que tienen es una sobredosis de envidia. Y además de envidia de la dañina. ¡¡Fíjate que me han quitado el Internet y todo!! Me ven independiente y feliz. Y ellas no son capaces de eso. No lo soportan. Me odian porque soy todo lo que ellas querrían ser: una persona sincera, algo inocente, dulce, cariñosa, introvertida, educada, respetuosa, algo mágica, entusiasta, positiva, encantadora… En fin, tampoco me voy a poner ahora por las nubes, que yo también tengo defectos. Pero odian mis virtudes.

Lo que yo creo que odian aún más es darse cuenta de que sí que tengo amigos, de que sí que hay gente que me quiere, y de ver que me estoy moviendo para hacer un montón de cosas en plan lo del submarinismo, la colaboración, los grupitos de gente con la que estoy así de vez en cuando… Las mata. Ver que me puedo ir cuando quiera escapar a casa de Ágata, Javi o quien sea, les repatea. Porque ellas dicen tener muchos amigos y valorarlos muchísimo, pero en realidad… tienen como mucho 3 amigos cada una. Y al menos uno de ellos está ahí porque está esperando para tirársela. Y yo puede que tenga incluso menos amigos de los de verdad todavía, pero son mis amigos porque aguantan mi forma de ser, porque me comprenden, me ayudan, me entienden, discutimos, nos reímos… Amigos de verdad. De esos que da igual cuántas veces les falles, que antes de que tú llegues a pedirles disculpas ya te están proponiendo un plan o invitándote a una caña. Ese tipo de amigos con los que, no importa que pase el tiempo, ellos siguen ahí con una sonrisa preparada para ti y tenderte una mano. Ellas no cuentan con ese tipo de amigos para casi nada. Salen de la facultad y no tienen nada más que hacer, excepto sentarse en el salón a vaguear o a ver la tele y, por supuesto, criticar.

Y hablando de sus “amigos”, sus amigos son esas personas tan normales y lógicas que me borran a mí de las redes sociales por la cara. Cuando yo no les he hecho nada a ellos. Cuando yo jamás les he tratado mal, es más, los he tratado como si fueran amigos míos. Les debería dar vergüenza hacer lo que están haciendo, meter más cizaña en cuanto pueden. Sus amigos… que las llaman para comerles la cabeza con que yo las estoy criticando con uno de sus examigos. ¡¡Qué curioso!! Si es uno de tus examigos… ¿qué le voy a contar yo que él no sepa? Repito: triste. Muy triste.

Yo, desde luego por hoy, apago y me acuesto. Con mi indignación incluida. Mañana me busco otro sitio donde vivir lejos de tanta estupidez. 

1 comentario:

  1. Bien porque te has desahogado, ahora relajate, lo tienes muy claro.
    La verdad es que pienso que a estas niñas nadie le ha dicho NO a algo y no lo pueden soportar, su soberbia las puede e intentan hacer daño como sea, pero creo que al final las lastimadas seran ellas, dan penita.
    Un besazo y deja de sufrir por aquello que no merece la pena. TQM

    ResponderEliminar